Canta

Sangra mi ansia salvaje
sobre un gran delirio
expuesto y extendido
ante la mesa de barbaries.
 
Canta niño, canta.
Canta al pájaro que danza.
Danza frente al árbol viejo
abrazado en cúmulos de briznas.
 
El pájaro amarillo sangra,
sangra sobre la piedra blanca,
roja es la sangre que se acumula
en un edredón de plumas coloridas.
 
Franca y sincera fue la descarga;
un trueno lento sobre la espuma
que se amarga, que sube y baja
en un remolino desecho de esperanzas.
 
Llora al niño que ya no canta
por su eterna desesperanza.
Tierna y salvaje fue su ansia
en un mundo donde todos cantan y los niños callan. 
J. N. R.



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