Mi alimento

Luz de sombra blanca,
como palpitar misterioso.
Agonía generosa,
bajo la sonrisa destellada.  
 
Ansia de vaso lleno,
de miserias que se levantan.
Alma roída de vicios,
cual horizonte en madrugada.
 
Soy un abismo de penas,
fácilmente expuesto y no visto.
Ya no suena el timbre
de aquella casa huérfana.
 
La fragancia del tiempo
retumba sobre los sueños muertos
bajo aquella tierra agrietada.
Se acumulan las arañas
donde antes velaban las andanzas.
 
Desfallece lento, pero rápido,
aquel delirio expuesto de pecho.
Cae la madre sobre el padre.
Los rezos ya son de piedra.
 
Brota la humedad en la entrepierna.  
Se hunden más profundo los colmillos.
Ya no hay pasado ni mañana.
La sangre se ha vuelto mi alimento.
 
J. N. R.



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