Un enorme río

Y una mañana sin avisar,
de tu boca salió un enorme río.
Un río de palabras pródigas;
eran como silencios bien cuidados.
 
Yo escuchaba y contemplaba
evacuar de tu blando y tibio pecho
aquellos desbordamientos grises;
como contaminados por la amargura.
 
¿Cómo olvidar a aquellos labios?
Resecos pero firmes en su desfile.
No hubo lágrimas sólo entendimiento.
La realidad vuelta agua corriendo.
 
Y cuando ya no tuviste más que decir,
simplemente te marchaste sin voltear.
Sin decir adiós o pactar sobre tus cosas.
Dejaste todo atrás después del alegato.
 
Fuiste breve y no alzaste la voz.
No hubo abrazos ni besos de cortesía.
No hubo un “cuídate”, ni un “te amo”.
No hubo apretón de manos ni beso en pómulos.
 
Tras años de pensar que todo estaba bien.
Tras miles de risas y momentos compartidos.
Tras múltiples abrazos en la oscuridad.
Tras un hogar que construimos juntos.
 
Así de simple fue, no ensayaste,
no titubeaste, no te veías pesarosa.
Y así fue nuestra historia: Una mañana,
sin avisar, de tu boca
salió un enorme río…
J. N. R.

Entradas populares