Volver a ser poetas
Y si volviéramos a ser humanos, entender lo verdaderamente humano: volver a soñar, tener algo por lo que vivir, volver a emocionarnos por cosas extremadamente simples. El humano es capaz de escribir sinfonías, poemas, es capaz de encontrar belleza en la tristeza y tristeza en la belleza. ¿Quién sentenció que el ser humano debe aspirar a la perfección?, ¿por qué no aceptar nuestras imperfecciones, darles un genuino y tierno abrazo largo? Quisiera volver a ser optimista para lanzarme a contra corriente de los cerebros programados y del mundo de las apariencias. Volver a darle voz a mi alma que se calla en la tragedia de la violencia diaria. Quisiera mirar la vida como algo a lo que puedo aportar. Volver el arte un refugio donde la realidad no la pueda disolver. Volver mi escritura como si fuera la primera vez que escribo, volver a llenarme de múltiples y simples errores, vivir en la ingenuidad de ignorar a propósito todas aquellas reglas gramaticales y demás conceptos de la Creación Literaria. Volver a emocionarme por describir una gran nube en el cielo que se transforma en un enorme barco por unos cuantos segundos en el terreno de lo escrito. Volver a las palabras una música llena de notas desafinadas para el oído educado y no educado. Sentir mis errores como una gran sonrisa en mi pecho. Volver a llenarme de cientos de frases e imágenes extraordinariamente comunes. Volver a bailar sin acompañante y emocionarme en la pista de baile como si sostuviera las delicadas manos de la luna llena. Volverme repetitivo, sí, repetir lo repetido en una eterna repetición. Quisiera volverme infante y jugar con las palabras y el lenguaje. Volver a las bellas terminaciones en mente. Volver a los gerundios. Volver a usar muletillas para apreciar el recorrido de la única vida que tenemos muy lentamente. Volver a usar mal una coma, ya sea una vez, o dos, o tres, o cuatro. Dejar de querer entender el punto y coma; cosa de escritores de cafetín. Olvidar lo aprendido y moverme en un juego sin entender las reglas con exactitud y de memoria. Quisiera graduarme junto con las y los mejores poetas, para decirle a mis conocidos: “y aquí estoy, rodeado de poetas, y hasta la fecha, siguen creyendo que soy uno de ellos”. ¡Qué lindo arte de magia, el pasar como poeta sin serlo realmente! Quisiera volver a la cacofonía mi hábito. ¿Por qué si un docente nos dijo que algo es malo u horrible, nos ajustamos a dicho pensamiento sin cuestionarlo? ¿Por qué la cacofonía es fea? ¿En dónde están nuestras licencias de expertos en el entendimiento de lo feo y lo bello en la armonía? ¿Por qué lo académico y lo estridente y el querer ser complejo es sinónimo de “artista”? Cuando la persona en situación de calle puede tener los versos más bellos y los más honestos frente a la mierda descomunal del perro callejero. Los poetas ya no cantan, ni hablan, los poetas ya sólo quieren el aplauso fácil. Los poetas ya no son realmente profundos, ya sólo quieren interpretar como mejor pueden su burdo performance:
¿Quién
soy cuando callo?
¿Quién
calla cuando canto?
¡Desvanezco
así en palmas mudas!
Grandes
nubes se transforman,
sobre
ornamentos que no brillan.
¡Soy
testigo de mi alma añeja!
Resguardo
signos que no llegan.
Es
violento el aire que me acaricia.
¡Callen,
recuerdos! ¡Calla, boca mía!
De
su silencio nace mi armonía;
tierna,
fugaz y melancólica.
¡No
festejen! ¡No rindan sumisión!
¡Es
brusca mi agonía!
Me
desvanezco entre sonrisas.
Mi
consciencia se ha vuelto callejera.
¡Mamá,
soy Paquito!
¡Y
tiré mis sueños junto al padre!
¡Ya
no habrá declamaciones!
¿Por
qué el futuro luce agobiante?
Mis
pecados proveerán silencio.
¡Oh,
madre mía!
Tu
luz ya no enciende mis mejillas.
Es
violenta tu caricia.
Es
violento tu beso tierno.
Tu
sonrisa es pura violencia.
El
mundo avanza,
el
mundo me aísla.
¡Ven,
mamá, soy Paquito!
¡Tu
Paquito! ¡Sálvame, sálvame, mamita!
Me
trajiste a un mundo muy cruel.
¡No
tardes, apresúrate y ven!
Mi
sangre se agota
en
el programado estruendo de los aplausos.
¿Y si nos
despojáramos de las máscaras por un ratito para apreciar nuestros verdaderos
rostros?
¿Y si dejáramos de
ser por un ratito nosotros mismos para volver a ser nosotros mismos?
¿Y si dejáramos de
ser por un ratito un Yo para volver a ser un yo?
¿Y si dejáramos de
ser por un ratito poetas para volver a ser poetas?


