Entradas

Mostrando las entradas de abril, 2023

Fuimos

Los pensamientos relinchan. Los zapatos mojados salpicando. La luz del techo tiembla… Los latidos pulsan acechando. El sonido sabe a lluvia. La tierra suena a lumbre. Mi reflejo se ríe descarado. Cae el día, se alza la noche. Camisa de botones, más los lunares negros de tu vestido. Somos miseria, somos dicha. Somos la rocola que ya suena. La bebida fría que calienta. En dos gargantas que se gritan. Somos malicia, somos pureza. El piano resuena entonando un viejo ritmo oscilando. Un beso al adiós. Una sonrisa al alba. El bar se acalla. El sol se empalma. Destronados y cansados nos dimos cuenta que de a sorbo en sorbo… Nunca nos cotejamos… Nunca nos conocimos… Y además de todo… Nunca existimos…

Vivir la soledad

Sensible degradación inhóspita. Desechos recolectados en vastedad. Rol expuesto y degradado de una consumada soledad lúcida.   Soy el nombre no deseado. ¡Soy la rabia otorgada! ¡Soy los desechos de un montón de canciones tristes! Vivir la soledad… Sentirla. Acariciarla. Hacerla mía. El adiós de mi madre. El hasta luego de mi hermana que siempre me supo a un adiós. El alejamiento de amistades. El falso amor indeciso. La muerte que va y viene. Las lágrimas que vienen y van. Soy sospecha. Soy cariño en soledad. Rostros de la amargura recorren mi espalda y hombros. ¡Qué desdicha siempre perder! Perder caricias, perder bosquejos. Desearía haber nacido cuando Dios estuvo enfermo. Pero no, nací muchos años después de su muerte. Pero aún tengo fe. Pero aún tengo esperanza. ¿Quién sería yo sin mis lágrimas? ¿Quién sería yo sin mi soledad?   

Vida sin poesía

  Desdén sin vaivén, vaivén sin desdén…, caterva de elefantes dormidos sin sus respectivas telarañas. Lira disonante musical estéril. Cómoda sensibilidad automatizada. Desembarco en muelles grises sin musas angustiadas. Temida existencia actancial. Desayuno, comida y cena de rimas rancias degustadas. Trivialidad orquestada de verborrea atropellada. Un disturbio permanente de ideas desorganizadas. Regocijo de una visión desencantada. Inspiración distante enquistada. Cúmulo de estrofas mal logradas. Desencanto cruel de baladas deshonestas. Bulto contingente de creatividad pasmada. Declamación de palabras efímeras y apresuradas. Irreflexión constante en pulsos contaminados. Estupidez sensata de alaridos narcisistas. Traje ajustado de irracionalidad cómoda. Elaboración de estrofas a base de números fríos y brutalmente secos. Conteo necesario de sílabas en dedos desafanados con la tinta. Rima práctica apática. Sabiduría acartonada de un pequeño Dios egocéntrico. Sistematización de sonetos r

Anhelo

Espacio inconsciente reparado. Anhelo íntimo de lo lejano. ¡Qué rabia y qué dicha! Tenerte lejos y amarte menos. Suspiro seco de un pecho hueco. Mi pulso es frío, mis lágrimas cortas. ¿Cuándo desaparecerá tu nombre? ¿Cuándo dejará de doler tu voz? ¡La melancolía me desbarata! Mi piel te extraña, mis ojos te aclaman. Mi regazo yace huérfano. Mi cobijo yace extinto. El tiempo me sabe distinto. Mis emociones se volvieron impredecibles. Mis enojos se ha vuelto sombras. ¡Que alguien pare mis desvaríos! ¡Que alguien calme mis suspiros! Anhelo algún día cerrar los ojos y ya no verte nunca más… Mi mente aclama oscuridad. Y entre tanta sinceridad, vuelve, para así contemplarte y entre latidos y desgastes, no pueda extrañarte jamás.

Me sabe a tumba

Tu ausencia me enseñó a extrañarte. La indiferencia nos hizo parecidos. Aquellos siempre fueron desgastes de un olvido turbio y malagradecido.   Fuimos fugaces de instantes perpetuos. Blancamente enrojecidos por la niebla. Cayó la telaraña de nuestras promesas. La caverna declamó nuestros nombres.   Un ausente recuerdo compartido. La carencia fue nuestro destino. La turbulencia vibro con cada beso. Invocamos las ruinas al acariciarnos.   Fue nuestra sentencia decirnos: ¡Te amo! Nadie lo esperaba, nadie lo anhelaba. Declamar lo que sentíamos mutuamente, fue la sentencia inmediata del derrumbe.   ¿Por qué amarnos ante los otros? ¿Por qué ser para dejar de ser? ¿Por qué no trascender en lo anónimo? ¿Por qué ahorcarnos al expresarnos?   Sin duda, mis mejores cicatrices siempre serán tus besos. Nadie entendió, ni entenderá que nuestro amor, hoy más que nuca me sabe a tumba.  

Recordar el olvido

Recordar el olvido es una lluvia inesperada. Es como acechar al fuego. La quemadura instantánea que surgió de las tinieblas. Esa gota caliente que se pasea en un camino de ramas secas. Sentir tu olvido ascendiendo como un incendio que se aquieta. Extrañar lo que decidí olvidar. Sentir de nuevo la herida que se abre ligeramente a pesar de estar cerrada. ¿Por qué? ¡Por qué a mí siempre me toca recordar! Mientras aquellas mentes viven en éxtasis con la amnesia. Soy la memoria triste. Soy los recuerdos que no se van. Soy la nostalgia de las heridas. Ahora y hasta que muera a mí me toca recordar el olvido.