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Mostrando las entradas de enero, 2024

Siento

  Siento que las palabras se me cuelgan por la espalda, como un destino reclamando sus delirios. Los labios se humedecen poco a poco, siento un ligero sabor a sangre, a nostalgia, al pasado que ya no existe, más sólo en la memoria. Siento un cúmulo de recuerdos perdidos que anhelan sen recordados; redescubiertos. El corazón tiembla, la mancha del vino tinto se expande sobre mi pecho blanco, un tanto liso. Siento a las gotas tercas, brillantes en su caminar despierto. El agua acumula mis desfiguros, los alivia un poquito. La ternura de sentirme vivo me abruma frente a la luna llena. Siento como si la luna fuera el corazón gigante de la humanidad, latiendo radiante en la noche donde los suspiros son más profundos, más sinceros. Siento al silencio quieto, esperando a que me duerma para espantarme el sueño. La bastedad del Cosmos me consume en mi cama vacía. Hace mucho tiempo que no siento un abrazo dado en la oscuridad. ¿Por qué sentimos más el dolor que los buenos momentos? Ese dolor de

Vacío

Hoy es martes, son las seis de la mañana, aún sigue siendo enero, se escucha un auto a la lejanía que no quiere disponerse a marchar, el cielo sigue nocturno, las luces de navidad siguen apostadas; llameantes en las viviendas aledañas, el cigarro se disipa, el profesor no contesta mis correos, los canes aúllan ante el sonido de una ambulancia que pasa por la avenida, las noticias comienzan: nada irrelevante, la agonía me aborda, un día más con la intriga de que la vida no avanza, los días se perciben similares; aburridos, algo hace falta… «¿Cuál es mi deber?, ¿cuál es mi propósito?» El aroma de la cafeína anuncia que la taza de café yace lista en la cocina, comienzo a sorber como si fuera un desquiciado adicto, los libros me acompañan, me distraen un poco de la monotonía; pero incluso, a veces las letras se vuelven repetitivas. Busco una serie de televisión para mejorar el silencio de la habitación, ya son tantas, no sé cuál elegir. Todo parece diferente, tan variado, sé que en el fond

Soplo de brisa

Desvanecido permanezco fiel a mi asombro, aquel asombro de hallarme y percibirme frente al espejo, mirar ese rostro que se difumina ante un cúmulo de agotamientos que no tienen nombre, que no tienen palabras… Discuto conmigo acerca del devenir complaciente, que cursa el tiempo ante el vacío que ofrece una existencia que es diminuta y perene. ¿Qué sentido tiene? Mirar lo que no se puede mirar, alcanzar lo inalcanzable, aspirar a lo que no se puede asimilar. Somos un soplo de brisa que nadie admira, que nadie pasa a contemplar… ¿Quiénes somos ante la nada? Me siento un rostro accidental, un destello entre miles de billones de destellos frágiles. La sombra me mira, me espera; sonríe ante mi destino que es la muerte, la sombra, la oscuridad, la nada, aquel vacío cósmico donde ya no hay luz ni materia, ni destellos. Mis ojos comienzan a empañarse, la claridad se vuelve más clara, sin detalles, aprendo a mirar a la oscuridad. Decido engañarme. Me siento perceptivo, como si la naturaleza me h

Silencio eterno

  El Sol me salva bajo tu pecho de plata, saltan los látigos bajo mi eterna cruz. Incandescente cabalgo en un rio de luz. Las lunas en tus senos tibios me bastan.   Como ave silenciosa te deslizas a un manto de sangre bendita y gastada. Las telas blancas se vuelven negras, se vuelven lizas, frente al tumulto de la carne pálida y sagrada.   El rito de nuestros pecados comienza: El cuchillo de oro se alza junto con el agua fresca y en calma, el humo abastece nuestras malezas.   La oscuridad enternece nuestros suspiros, la media luna, de amarillo intenso, nos abraza. Abrazas mi sexo bajo tus ropas húmedas. Cada movimiento tuyo expone la sangre cálida.   Los olores se entrelazan con los líquidos, las pieles se vuelven una sola, una esencia. La vida se nos escapa, pero aterrizamos en lo eterno, en lo infinito, en la esperanza.   Los cadáveres callan frente al alza de la marea. Ya no hay suspiros, ya no hay susurros, ya no hay sudor, ya n