Se incrustan las palabras
Se incrustan las palabras en grandes pergaminos donde yacen letras pintadas por besos que saben a tinta. La palabra estaba escrita y dignificada de algún modo en forma de la más bella y cautelosa poesía. Contenía un poema que me envolvía y me crucificaba. Se alzaba alto en su fatídico vuelo de alas rotas. Caería constantemente arrastrándose de manera suave bajo la niebla blancuzca. Sería un poema en el cual las grietas se van haciendo más largas y más gruesas, un tanto aparatosas retumbando ante la mirada tierna del niño que no mira más allá. Y que solo presencia un paisaje derrumbándose sobre mi frágil y triste pecho. Quién diría; mi corazón vuelto poema más la piel vuelta lienzo ante el recorrido de tus muy delgados y transparentes labios, que no gastan su tiempo en pronunciar mi nombre, sino más bien, en deshacerme completamente en la nada desconocida, que muere de manera lenta y precisa en cada caricia que no me pronuncia pero que me inmortaliza. Se esparce el beneficio de tu can