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Mostrando las entradas de marzo, 2023

Soy máscara

Soy máscara… Soy el diálogo falso. Soy la mirada esquiva.   Soy la disimulada risa forzada. Soy el interés provisto de beneficio. Soy la rara apariencia vuelta máscara…   Ese falso desquicio, soy. Ese apretón de sudorosa mano, soy. Multiplicidad de apariencias, soy. Calamidad frívola y maquiavélica, soy. El enfadado agradecimiento, soy.   Entre lágrimas soy la actuación vil. Ególatra soy en la sombra. Falsa modestia soy en mis críticas. Odio perverso soy en la soledad. Humildad externa soy en un interior ruin.   Soy la petulancia rebajada soy. Soy la arrogancia discreta soy. Soy la amistad acartonada soy. Soy el narcisista disimulado soy. Soy la falsa opinión sana soy.   Soy la bestia enmascarada. Soy la razón enmascarada. Soy el veneno enmascarado. Soy el ego enmascarado.   No soy lo que crees, soy más, soy máscara…

Sinceros silencios

El alba cruje junto con las plantas de mis pasos. La textura del viento asienta una calma prófuga. El aleteo de las flores conquista mis sentidos. Cruel y persistente sentencia, esa la de sentirse abandonado entre la bruma. Blanca es la espuma de mi letargo. Voy acumulando pasos y de paso en paso, me contemplas y me rezas entre conjuras alebrestadas. Espesura llana de rocas que sentencias entre arrebatos. Tiernos malgastos de inocencias. Yacimientos de lo insano hemos promulgado en ingestas. Son aleteos… Son murmullos… Son tuyos mis barullos. Que cuando reina la calma la luz del alba nos enfoca. Y así nos la llevamos, entre indiferencias y alegatos. Van surgiendo pasos que nos alejan y acercan a ratos. La palabra cruje junto a nuestra ida. Ya nada suena, ni si quiera… nuestros más sinceros silencios.

Ya no hay placer

El gran cerrojo ha despertado. Y anhela la dulzura de mi conquista. Llave que degusta mi tesoro. Sonrojado tintineo de inmersión. Se ha abierto la olvidada puerta. Me sumerjo al placer de lo desconocido. Oscuridad, polvo, el reloj está sonando. Pulso con sentido. Sentido vuelto pulsos de sentidos. La puerta comienza a moverse. No hay luz, pero hay fuego que alumbra lo mundano y arroja, lumbre que desgaja al velo.    Las garras se hunden en mi piel áspera. Todo es sangre y fuego y extrañas criaturas. Ya no hay placer, solo silencio…     La puerta se ha cerrado junto con su gran cerrojo tintineando.

Olvidada soledad

Soledad reencontrada entre ramos que fui cosechando. La ventisca ya no trae tu recuerdo. Soy uno con mi soledad. Me siento suelto en un vacío cayendo sin saber cuándo tocaré el fondo de lo antes vivido. Las rocas de gran filo me esperan. El oleaje lleva cierto odio. La oscuridad conserva tu ausencia. La caída lleva mi nombre. El olvido lleva el tuyo. El dolor lo llevaré siempre con cada recuerdo, con cada membranza y con cada añoranza de no saber de ti nada más. Siempre fueron máscaras las que tú mediste. Mientras yo te daba el corazón. Un corazón que saboreaste, manipulaste y lo desangraste a tu antojo y con tanta malicia. Nunca sospeché de tus deseos. Ahora caigo mientras te miro en la superficie del pozo. Sonríes sobre mis pupilas que están roídas en llanto. Un llanto de lamentos, y un llanto de reencuentro. En reencuentro y en caída con mi olvidada soledad.

La noche es testigo

Siniestro que acobija tu rostro. Entre lápidas aguarda tu mirada. Espectro de disturbios insanos. La noche es tu vaivén, la luna es tu resguardo. Me acechas con murmullos que secuestran mi calma. Aquí no hay deidades solo hay muerte y soledades. Los cráneos suspiran bajos los escombros. Pena tras pena aluden con cada paso. Tus dedos de carroña suscitan un diluvio de sepulcros. Telarañas diáfanas embargan nuestras caricias. Semen entre epitafios consumen nuestro descaro. Mi falo por fin descansa sobre tu cadera cadavérica. Orgia descarada, los demás cuerpos declaman. Me entrego a ustedes, bellos rezagos de almas. Besos sabor a tierra, caricias insanas, penetraciones improvisadas. Esta noche no hay cruces. Entre oscuridad y gemidos, por fin, la noche es testigo.

Violencia poética

  Sombría lejanía semántica. Disturbio de verborrea perene. Desgaste de adverbios cautivos. Ritual gramático de lo íntimo. Forzada estética por los sentidos. Escarcha asintomática de signos. Rima colérica subversiva. Incomodidad de adjetivos marinados. Cacofonía errática y enquistada. Abusada crítica malinterpretada. Casposa entonación aguda. Inspiración repetitiva dramatizada. Impotente prepotencia arraigada. Bajeza de deidades cautivas. Sintaxis gramatical roída. Vulgaridad textual expuesta. Falsas éticas de interés poético. Fragilidad ante la ausencia de lectura. Lucidez de plástico encarnada. Cuánto Neruda hay en mi Borges. Y hay un exceso de Borges en mi Paz. No soy del siglo de oro ni renacentista. Soy un error de reglas prescritas. Soy la poesía exagerada. Soy la exageración de pretensión. Soy el incrédulo experto. Soy el musgo seco devorado, por esas enaltecidas vacas sagradas. ¡Qué fácil es criticar! Cuando se escribe d