El alma se perturba
El alma se perturba en un constante revolotear. En la gris penumbra constata su inmenso palpitar. Son eternos los descensos donde emerge ardiente, la llama de los lamentos; fugaz y resplandeciente. Se hacen uno los recuerdos. El recuerdo de estar vivo y prolongadamente cuerdos en un cuerpo para el olvido. Son míos los desquicios y muy tuyos los delirios; enjaulados en eternos ríos que proclaman encuentros muy fugaces y desvividos. Pareciera que el viento ya no afina los suspiros. Entre pisadas que no siento, las nubes callan sus rugidos. Mías son las noches que se alzan y no callan. Tuyo son los reproches en ruinas que se abalanzan. Ha caído la luna triste. Entre tus ojos cálidos; fijos. ¿No sé por qué te fuiste? Pero son míos los suspiros. JNR