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Mostrando las entradas de marzo, 2022

El alma se perturba

El alma se perturba en un constante revolotear. En la gris penumbra constata su inmenso palpitar.   Son eternos los descensos donde emerge ardiente, la llama de los lamentos; fugaz y resplandeciente.   Se hacen uno los recuerdos. El recuerdo de estar vivo y prolongadamente cuerdos en un cuerpo para el olvido.   Son míos los desquicios y muy tuyos los delirios; enjaulados en eternos ríos que proclaman encuentros muy fugaces y desvividos.   Pareciera que el viento ya no afina los suspiros. Entre pisadas que no siento, las nubes callan sus rugidos.   Mías son las noches que se alzan y no callan. Tuyo son los reproches en ruinas que se abalanzan.   Ha caído la luna triste. Entre tus ojos cálidos; fijos. ¿No sé por qué te fuiste? Pero son míos los suspiros.   JNR

Tan llenos de suspiros

Del silencio llegamos y al silencio iremos. Nacimos del comienzo de un tímido pulso, que desgarrado comienza el ritmo de la vida. Al final, ese pulso culmina. La humanidad suspira y entre suspiros nos extinguiremos. No existen los días. La tierra solo gira en un constante estar frente al sol y no estar frente a él sin devoción. Nuestra pequeñez en el cosmos es inmensa e intrigante. Todo en este planeta favoreció para la vida. Y este mismo planeta nos desfavorecerá para nuestra rápida desaparición. No habrá evidencias de nuestra ingenua existencia. No habrá pruebas de nuestra música, nuestro arte, nuestra falsa inteligencia. Nadie sabrá de nuestras guerras ni del amor desvivido. Somos una especie aprisionada en su nido. No hay a dónde ir… No hay escapatoria. Solo queda suspirar en nuestra sola presencia de hallarnos vivos, hallarnos con pulso, y tan llenos de suspiros.   JNR

Piano y escritura

  Siempre he creído que el piano y la escritura: son la misma cosa. Teclas que producen música. Canto textual para los sentidos. Inmensidad enclaustrada en armonías vueltas símbolos. Y es que las pizarras ya no alcanzan a vislumbrar la magnitud en que el artista se desgarra con latidos vueltos palabras y convertidos en notas olvidadas. Las manos en ambas artes, se deslizan con delicadeza, de manera violenta, con afecto, o de manera desvivida en su enérgica ejecución: Un tanto descalabrada. Un tanto armonizada. Y en un tocar las teclas, un tanto veloz y ralentizada. Destreza vuelta belleza, o pericia vuelta desgarre. Tecleo constante, naciente de un palpitar recalcitrante que no sede ante la fácil huida de la muerte incesante. Música para los ojos y música para los oídos. Entre erratas y corchetes. Las palabras van cayendo en empolvadas notas crucificadas, anhelando encantar a lo desencantado en su eterno respirar

Hasta el último pulso

Cómo voy a dejar de escribir si en mi corazón persiste un pulso. Un pulso hecho de tinta, que sube y baja como la marea en el océano. Donde hasta el fondo, destella una luz tenue; que grita insistentemente entre sueño y sueño: ¡Escribe, escribe! ¡Y no lo dejes…! Hasta el último aliento. Hasta el último trazo. Hasta el último pulso. Aunque ya no puedas más; pero, escribe…, sin esperar nada a cambio. Y si te mueres de hambre, aliméntate de letras, de palabra en palabra; pero escribe. ¡Escribe, maldita sea! Con ternura y entre penumbras. Entre agonías o en la tranquilidad. En el silencio de la soledad o entre azotes de puertas, o entre gritos procedentes de inútiles analfabetas. Escribe, ya que tienes dos corazones…, el tuyo y el de tu madre muerta. Escribe con lágrimas o en la dicha Homérica. Escribe inspirándote, que a falta de amistades, se te han otorgado a grandes autoras y autores del pasado. Escribe con

Eternamente mudos

Nuestros rostros van adquiriendo siluetas. Entre desprecios y caricias. Entre insultos y lamentos. Entre mentiras y verdades. Nuestras miradas sabias se van equilibrando   bajo ríos de inseguridades.   La cultura miente, el dinero muerde, y las apariencias se desvanecen.   Ya nadie experimenta a no querer ser como los demás. Ya nadie se lamenta de lucir y aspirar a lo mismo.   Nos hemos vuelto nuevas y malas máscaras. Nos hemos vuelto simpatizantes de lo vacío.   ¿Quiénes somos realmente? La eterna pregunta filosófica. Y he ahí la idea central. Deberíamos volvernos aunque sea por brevedad en cada día a día; un poco más filosóficos.   Deberíamos hacer autorretratos de la manera más seria posible. En lugar de aspirar despertar el deseo ajeno de nuestra superficie. Deberíamos analizarnos seriamente… Ver quiénes somos, en quién nos hemos convertido. Hacia dónde va ese rostro que sonríe o ese rostro sin sonris

Letras vueltas notas

Somos la desdicha del canto consumada en alegría vuelta llanto. Vamos hilando historias entre cuento y cuento, más la ironía de los gritos, siempre mudos; en lucha contra el viento.   Caen las costuras que sostienen los respiros; dichosos y bien vividos. Y mientras la pluma se arrastra, mi corazón colapsa entre agonías y desquicios que ya nadie más abraza. Son los rostros que juzgan desde mil infiernos que arden entre envidias y desvelos mientras mi cuerpo se arrastra y mis melodías calladas se estancan. Y así, poco a poco mi mente se desgasta y voy muriendo de a poquito dejando atrás, entre gota y gota mis letras ensangrentadas escritas en música; vueltas notas.   JNR

Mis derrumbes

Son mis derrumbes los que constatan la pesadumbre que respira a través de mis entierros solapando mis temores. Son mis derrumbes accidentados disolviendo la cordura tan frágil como a la hoja seca. ¿Quién se atreve a pisarme? Sino el soplo de tu indiferencia envuelta como vil fragancia. Son mis derrumbes los soportes de mis suspiros. Lúcidos, corrompidos, de ensueño y desvividos. Son mis derrumbes cascaras podridas que aromatizan la sala fúnebre olvidada. Pero no todo esta perdido, gracias a mis derrumbes, respiro. Puedo volver a empezar, volver a sentir, volver a gozar… Son míos mis derrumbes Solo eso, y nada más.   JNR

Ya no alcanzan

Dispongo de mis sentidos. Impulsados desde mis entrañas, y así mientras, las huellas avanzan sobre piedras inmensas; que se abalanzan en el sin sentido de guardar pequeñas y pésimas esperanzas.   Ya no hay motivos para caminar entre falsos pasos. He entregado el miedo a lejanos cantos frente al rojo ocaso; que desciende, no prevalece; pero que desvanece en callados llantos.   La notoriedad del desencanto vomita mi realidad enfermiza. Se dispersan las balas hundiéndose en mi deplorable rostro.   5 4 3 2…   El horror comienza, y mi sonrisa obligada lo intuye, lo piensa. El tiempo arranca en una carrera injusta en la cual mis ganas ya no alcanzan y son muy brutas.     Me voy despojando de mí mismo, pacientemente. Mis máscaras ya están muy resquebrajadas. Ya no las reparo frente a las brisas añejadas.   El tiempo para, junto con el viento que a su vez ya no repara en abrir mis heridas se