Entradas

Mi sed te aclama

  Quimera de bastedades líquidas. Enmudeces el deseo de saciedad. En labios que se plasman enfatizas las caricias de sorbos insistentes. La humedad promueve tu existencia. Idea vuelta materia, materia vuelta mil apetencias. Apetencia de sed. Sediento apetito vuelto capricho. Caprichoso objeto de consumo. Consumada voluntad de ser y no ser. Aspiración demencial. Inerte valor de certezas. Certezas inciertas que asumo en tu rabiosa geometría lúcida. Vaga y frágil ambigüedad es la potencia de hallarte vuelto añicos en la homicida tarea de apreciarte como arte. Aguardas un tifón adentro. Entre tus aposentos resguardas una lánguida bienvenida que activa mi más íntimo apetito. Activas el humo que arranca hacia terrenos acuosos bien deseados y apetitosos. En mis manos resguardas un corazón y una marca que abarca y se plasma en tu esencia vuelta objeto. Mi sed te aclama en este vaivén de hallarme siempre incompleto.

Ya no hay mañanas felices

Renacimiento fausto en tus labios despotricados. Más la sombra llena de lumbre que agazapa en tu frágil regazo, tan provisto de incertidumbres. Ya no hay mañanas felices. Ahora reina la noche frívola. Vuelvo a la amarga soledad de donde nunca debí salir. Me he vuelto un río de cicatrices. Un volcán lleno de suspiros. Un bosque vuelto cenizas. Me rio de mis desvaríos. Llevo la tristeza en la sonrisa. Más la brisa que me trae tu agonía. Tu ausencia pesa en demasía. Y mi latido se ha vuelto más liviano. ¡Qué suerte la mía! Perdí lo que mas amaba para volar sin cadenas en el brillo de la luna. Y es que la noche es testigo de mis mejillas húmedas. Y mi corazón también atestigua que en su ritmo solo suenan tiernas melodías enmudecidas.

Amor cacofónico

Son insuficientes los latidos que borbotean bien asistidos. Más los pechos desvalidos entre ojos, lastimosamente caídos más los bailes encarecidos y desvividos.   El sudor no comprende nuestro rito candente. Frente a frente, eternamente convergente alejados de la gente nos besamos complacientemente.   Caemos en cuenta que la noche trascurre lenta sin penetración violenta entre marejadas que nadie afrenta frente a una fogata que calienta a la palabra sangrienta que asienta exenta cada rubor que nadie orienta.     Entre lamidas y caricias vamos forzando rimas sin angustias amándonos sin tarimas sin excusas sin pelusas y sin blusas me amas, me abrazas, me besas, me callas, me suplicas que grite sin penas entre condenas, te aferras sin faldas a mis piernas.   Entre dama y dama no hay drama y nadie nos aclama. Deshacemos la cama sin calma nuestra vida se empalma en cada alma humildes y sin fama.   Caemos en un risco de nuestro amor lésbico con ahínco un tanto turístico y sin dolor físico; m

Pulso debilitado

Un gran pulso debilitado en el horizonte incierto. Praderas calcinas y olvidadas. La cabaña vieja cruje junto con mi pecho que se embriaga. Resguardado mi corazón yace en un íntimo luto. Desprovisto de suspiros que la madera vieja propaga. Hay razón de ser en el desvarío de tu ausencia. Sorbo a sorbo el fuego me acompaña. Lo siniestro se extiende en la cercanía. Una extraña voz surca en la lejanía. Es tu presencia fantasma… Son tus lamentos renuentes… No puedo correr, no hay salida. Solo quedan las heridas. Solo queda la sed. Solo queda el hambre. Solo quedo yo,  y junto conmigo:  tu ausencia...

Cómo no sabrás que te amo

Cómo rendirse ante lo ya rendido. Cómo enamorarte si mi amor por ti es desposeído. Cómo reconquistarte, si yo nunca te he tenido. Somos bastedad de impulsos jamás vividos. Cómo enamorarnos, si somos dos egos enaltecidos. Cómo espero tenerte para la eternidad, si nunca te he tenido ni a ratos. Cómo salvarte de la soledad, si en ella juraste una desmesurada y casi religiosa fidelidad.   Cómo enamorarte con mi boca, si no te gusta mi poesía. Cómo enrojecernos, si la seriedad es tu crucifijo. Cómo tocar tu alma, si el tiempo nos distancia. Cómo moriré de amor si el desamor es mi fragancia.   Cómo alcanzarte en la gloria si la desdicha es mi victoria. Cómo no sabrás que te amo, si enamorarme de ti es mi mayor reclamo.

Soy

Soy un hastío inconveniente. Soy la acumulada sangre fría. Soy un desordenado arreglo. Soy un cúmulo de suspiros. Soy la rebeldía amansada.     El paisaje ya no me anima. El sol ya no me alimenta. El asombro de la luna me abandona. Soy la muerte que camina.   Soy la tierra que se acumula. Luz perdida entre sombras hambrientas.   Soy tedio, soy el sin sentido. Soy la motivación perdida.   ¿Por qué me cuesta tanto visualizar el futuro, si el presente se me escapa?   Soy el tiempo agotado. Soy la agonía vuelta pausa. Soy, soy, ¿por qué siempre soy? ¿Y si solamente un día renunciara a ser?

¿Y cuándo yo?

Siento que he escrito toda una vida, pero a la vez siento que he escrito tan poco. Tanto que aprender y tanto cansancio acumulado. ¿Por qué me duran   tan poco los sueños? La vida se ha vuelto una rancia repetición que un día dejará de repetirse. Ser algo en la vida, ¿qué es ser algo? Cómo sustentar ese algo si solo acumulo desgastes. Hay personas que se han vuelto máquinas. Máquinas de dinero, máquinas de éxito, máquinas de matar. Yo creo, yo soy, yo pienso, siempre su yo. ¿Y cuándo yo?

Hacia la muerte vamos

Ser un mal poeta, he ahí mi desquicio. Ser un gran desquicio, he ahí mi suplicio. El Ser, ser siendo. Cuna abandonada del destierro. Necesidad vaga de luz. Me ahogo en las aguas de mi fiel y oscura sombra. Síntoma bendito y claro. Llevo la crucifixión en mi máscara. Se quiebra el Ser. Soy muerte en un modo de ser. Destierro y desperdicio de sueños. Cruel entierro en el desierto. La oscuridad es mi guía. Se van nublando los sentidos. El silencio es mi comida. Y mis ojos son mis pasos. Nada más, no necesito nada más. El hilo invisible me arrastra. Solo queda proseguir. Solo queda seguir al abismo. Nacemos con la muerte y hacia la muerte vamos.

Sombra inquietante

Sombra inquietante. Sombra de mis temores. Avanza en la noche, extendiendo sus alas. Me resguarda, me abraza. Vuela y alza sus largas e indescriptibles brazas. Sombra temible, dueña indomable. No eres luz ni oscuridad reconfortante. Vuelves monstruosa, vuelves silenciosa. Vuelves vuelta sombra. Sombría sombra te asomas, Oscura, siniestra y ostentosa. Oh sombra que deslumbras con tu multiplicidad de figuras. Eres rostro, eres monstruo. Eres sombra que inquieta. Mi vela se apaga, siniestra.   Mi sombra se resguarda. ¿A dónde te has ido? Mi solitaria sombra. Quédate, que yo estoy aquí, contigo para hacerte sombra.

Parálisis

Pasos, son solo pisadas en el techo, son nocturnas y solo denotan su presencia en madrugada. Son pasos… pisadas fuertes; traviesas. No puedo mover mi cuerpo, la parálisis del sueño se concreta. El cadáver en estado de putrefacción lo sabe. Lo sabe perfectamente. ¡Lo sabe, maldita sea! Comienza a lamerme la oreja mientras trato de moverme, entre las cobijas que lucen como una camisa de fuerza en toda mi inquieta demencia. El muerto sabe que no puedo ir tras él, lo sabe, así que, baja lentamente las escaleras en dirección hacia la hornilla de la estufa en la cocina oscura. Los pasos siguen suscitando en el techo. Pero ahora al ritmo de mi pulso cardiaco que, es cada vez más y más acelerado en su tamborileo incesante. El sudor se posa sobre mi frente. El ente en estado de decadencia, logra encender la hornilla con un pedazo de periódico hacia las cortinas de la cocina. Mis padres, mi hermana, mi perro, todos están dormidos. Y no saben nada. ¡Todos vamos a morir! El fuego se expande hacia

¿Qué será de mis llantos?

¿Qué será de mis llantos? Si ya no tengo a quién llorar. No le lloro al mundo desposeído si no a mí mismo en la añoranza. Son lánguidas mis lágrimas. Son mías, son contadas. Son secas, son parcas. ¿Estará algo mal en mí? ¡No, no, no lo creo! Llorar no siempre desbarata. Llorar consuela, llorar permite hurtarse a uno mismo. Llorar puede ser un tropel de sentimientos misceláneos. Por eso lloro al cielo. Lloro a quien ya no soy. Y lloro a quien dejaré de ser. Pero que no se confundan mis grafías con cifras tristes. Si no con signos francos. Llorar no es por descaecimiento. Hoy llorar es una alegoría a la brutal sencillez de sentirse vivo. ¿Qué será de mis llantos? Si son lamentos de placidez.

Mis labios

Mis labios: un sustento. Vaivén promiscuo. Sentencia húmeda y vil.   Libertad contagiada de palabras dolientes.   Cae la corona llena de rubís. Cae mi reino. Cae mi espada. Dragones me acechan. Imperio vuelto ruinas.   Un mago mudo y tembloroso. Guerreros abatidos; vueltos cráneos en armaduras. Pilas de cadáveres cobardes.   Solo bastó un mal discurso en el maremoto de mis derrumbes. Una mala elección de palabras. Arrebato de bastas riquezas. Herederos caídos. Reina fiel acaecida.   Adiós a mis hijos bastardos.   Sigo en el trono, pero mi sangre se expande. Las risas del enemigo resuenan. Las sonrisas de los traidores se tornan un tanto borrosas.   La vida se me escapa. El futuro se ha ido. No habrá nada de toda la gloria alguna vez acuñada por mis antepasados.   No caigo por débil. He caído por mis palabras. Muerte real que avanza. Olvido eterno. ¿Mis labios? Una farsa. 

¿Cuánto dura la muerte?

Hoy mis certezas son dudas y mis dudas certezas. Soy pasos que serán cenizas. Soy cansancio de un pasado que me sigue consternando.   ¿Cuánto dura la muerte? ¿Por qué no podemos volver de la muerte? No pronto, ni al instante. Si no, haber vivido bien a la muerte. Y pasado toda una vida estando muerto. Volver… Volver a la vida sin más. Todo este viaje sin olvidar, Sin olvidar nada. ¿Por qué? ¿Por qué la vida no es así? ¿Por qué hacernos tan y tan defectuosos? ¿Por qué hacernos  tan  des dichosamente frágiles? ¿Por qué hacer tan corto a lo maravilloso que es vivir? ¿Por qué dura más la muerte? Y tan poquito la vida…