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Mostrando las entradas de junio, 2022

Luz de noche

  La solución líquida de color vino se esparcía por un valle con desgarres bien provistos de sufrimiento por toda la habitación abandonada. La escena del atentado era desconcertante a niveles de condición humana en cuanto a grados de perversidad. Diferentes partes de los cuerpos yacían clavadas con gruesos clavos en la pared y techo. Habrían dejado en la licuadora, un tanto molidos los ojos de todos los integrantes de la familia Hernández. Se encontraron por debajo de la mesa de la cocina las partes de las piernas hacia la cadera de la madre e hija. Al parecer las penetraron después de cortarlas en dos a cada una. Los testículos del padre e hijo yacían colgados justo en la manija en la entrada del departamento. Todos los cerebros yacían hechos pedazos en el escusado del baño único del complejo habitacional. Se encontrarían mezclados con eses humanas del autor en turno. Las cabezas de toda la familia, yacían clavadas en escobas que se asomaban de manera muy terrorífica por las ventanas

¿Es usted un imbécil y no lo sabe?

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              Nos hemos vuelto una sociedad infantilizada. Somos esos niños que solo quieren tener el juguete más bonito, de moda y asombroso del momento. O el juguete que más queramos por el afán de simplemente tenerlo porque sí. Haciendo alusión a la metáfora del niño berrinchudo que implora por su juguete en el pasillo de niños, dicho esto, reaccionamos a cualquier producto de mercado como ese deseo de conseguir ese “juguete preciado”. Por ende, la etiqueta de sociedad de consumo ya no la portamos en la frente; sino, en nuestra forma de actuar, hablar, en la psique, vestimenta, objetos, marcas, comida, y un grande etcétera. Esto es, porque al sistema de consumo no le interesan las personas maduras, ese cliente que reflexiona y dice que no, que se cuestiona. La razón por encima de los sentidos e impulsos son enemigos de la publicidad. Las personas se adecuan al sistema en turno, de una manera u otra. El sistema capitalista adora al individuo infantilizado, ese que se mueve en el mund

¿Qué es la muerte?

La muerte es a lo ontológico, pertenece a términos de finitud, cambio, abandono del cuerpo, extinción y resquebrajamiento.   La muerte está ahí; en cada pestañeo, en cada suspiro hondo.   La muerte refleja eso; la inminente ausencia de lo que ya no está y ya no volverá a ser.   La muerte se monta sobre espaldas cansadas. Sobre mentes desechas. Sobre la resignación pueril.   La muerte es permanencia y sujeta al no estar, y al no ser percibido por los precoces sentidos.   La muerte es eso: dejar de vivir y empezar a vivir en la muerte.   La muerte es deseo o una bendita maldición. Es ciega o constantemente asimilada en el frágil pecho.   La muerte es callar, es cese al sufrimiento. Es alivio en las heridas de un cuerpo que muere.   Morir es presencia lejana o desapercibidamente cercana. Morir es cambio, morir es ruptura de sueños fallidos o dicha de conquistas banales.   La muerte es compañía, es la

Risas ajenas

Risas ajenas me acosan en mi estática ingenuidad. Mis tristezas, pasan por alegrías al docto impertinente. Asechan mi ingenua y apacible seguridad. Seguridad que tambalea con la mínima risa del bufón con ideologías. Donde su único papel; es mofarse del incrédulo. Del que se cree escritor y yace neófito e  incógnito en la marea del crepúsculo. Es triste, es como situarse al filo de una caída y todos te miren alegres: riéndose de tu miseria. Y es que, para mí, sería muy simple: Hacer mofa de tu camisa. De tu corte  de cabello común. De tu identidad  vacía y superficial. De tu fanatismo  al dinero rápido.  De tu alienación  ciega y descarada. De tu enajenación hacia lo que esta de moda. Me reiría de ti. Pero no, es muy fácil reírse... Prefiero pensar,  reflexionar,  y así, perdonarte… Ya que tus risas hacia mí, no son las tuyas,  son propias  de la adoptada y simple: ignorancia de la masa. Quienes enseñan  a burlarse  de

Mi corazón adolece

Me estoy convirtiendo en un contagio de espinas. Hay sangre al contacto sobre mi piel cansina.   Las lágrimas mueren junto con las rosas que sostengo marchitas.   Mi fatiga es fija, ¡cada vez más diluida! Es lúcida y cristalina.   Mi reflejo me aborrece. Junto con mi nombre; mis apellidos callan, como calla mi ausencia.   Mi corazón adolece en mis heridas rasgadas. Hoy mi llanto prevalece donde el suicidio llama,  pero con cada idea de finitud:  Mi esperanza brama...  La sangre aun corre,  y así el suicido calla.     JNR

Lo humano

  Al otro, le fascina resaltar nuestras equivocaciones, pero no le gusta auto evidenciar sus carencias argumentativas y discursivas. Últimamente ronda en mi cabeza el pensamiento o reflexión, o más bien las preguntas: ¿Qué es lo humano? Y ¿qué nos hace humanos? Somos ese personaje que actúa ante el devenir incierto, actuando así una actitud positiva de hallarnos de buen ánimo ante una cantidad descomunal de caos en nuestros pies. Ese humano que finge sus sonrisas, ese, al que le gusta mentir para convivir. Ese, al que, teniendo dinero, le preocupa no tener el suficiente. El sistema (creado por humanos) está hecho para competir, como individuos y como individuo. Cada vez se exige más de nosotros mismos. Dejándonos o reflejando, nuestra falta de humanidad. Y es que ni sabemos a qué venimos al mundo. Solo le damos valor a lo que a otros se les ocurrió darle valor. Dinero, religión, estilo de vida, etcétera. Y es que es muy fácil creer en lo que no se puede comprender. Es muy fácil creer e

Ya nadie atiende

Expuesto en la oscuridad siento un vacío que explota. Estridencia sorda que golpea. Golpe definitivo en la claridad. Soy testigo de lo que se va. Soy ciego de lo que se queda.   ¿Qué es la vida? Sino plena luz que se apaga. Mi cansancio es furtivo. Mis manos se agotan. Mi mente yace expuesta. Mi respiración ya no alivia.   ¿Quién vine a ser a este mundo? ¿Y por qué lo he permitido? Antes de volverme polvo, desearía ser el viento que se estanca y viaja.   Azotar en tu rostro de manera fugaz y fresca. El sonido de mi pulso se va haciendo débil. Un poco lento…   No somos nada, más que un cuerpo tendido en un hospital que ya nadie atiende.   JNR

Esperanza humana

Soy la humanidad desasiéndose en un individuo que carece de apego hacia la esperanza humana entre millones de latidos derrumbándose sobre mi espalda rasgada. Los signos de un pulso herido, retumban con cada lágrima no limpiada sobre mi rostro fúnebre. La tierra nunca descansa, pues avanza; disimuladamente sobre mi piel descalza que poco a poco se va volviendo ceniza negra que arrastra. Son tus brazos los que me ignoran. Son tus deseos los que me devoran. Ya nadie se interesa por mi alma destartalada. Las flores asoman su esencia sobre mi hueco pecho. Blancas y con espinas. Mi ataúd rechina, pero nadie se asombra. Solo es la muerte sosteniendo mis restos. No es el fin, pero el comienzo llama. No desesperen, no se alarmen; que, de este sueño, ya nadie podrá despertarme. Por fin termina mi bendita fe cansina en la ciega y desesperada: esperanza humana.       JNR