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Mostrando las entradas de enero, 2023

¿Y cuándo yo?

Siento que he escrito toda una vida, pero a la vez siento que he escrito tan poco. Tanto que aprender y tanto cansancio acumulado. ¿Por qué me duran   tan poco los sueños? La vida se ha vuelto una rancia repetición que un día dejará de repetirse. Ser algo en la vida, ¿qué es ser algo? Cómo sustentar ese algo si solo acumulo desgastes. Hay personas que se han vuelto máquinas. Máquinas de dinero, máquinas de éxito, máquinas de matar. Yo creo, yo soy, yo pienso, siempre su yo. ¿Y cuándo yo?

Hacia la muerte vamos

Ser un mal poeta, he ahí mi desquicio. Ser un gran desquicio, he ahí mi suplicio. El Ser, ser siendo. Cuna abandonada del destierro. Necesidad vaga de luz. Me ahogo en las aguas de mi fiel y oscura sombra. Síntoma bendito y claro. Llevo la crucifixión en mi máscara. Se quiebra el Ser. Soy muerte en un modo de ser. Destierro y desperdicio de sueños. Cruel entierro en el desierto. La oscuridad es mi guía. Se van nublando los sentidos. El silencio es mi comida. Y mis ojos son mis pasos. Nada más, no necesito nada más. El hilo invisible me arrastra. Solo queda proseguir. Solo queda seguir al abismo. Nacemos con la muerte y hacia la muerte vamos.

Sombra inquietante

Sombra inquietante. Sombra de mis temores. Avanza en la noche, extendiendo sus alas. Me resguarda, me abraza. Vuela y alza sus largas e indescriptibles brazas. Sombra temible, dueña indomable. No eres luz ni oscuridad reconfortante. Vuelves monstruosa, vuelves silenciosa. Vuelves vuelta sombra. Sombría sombra te asomas, Oscura, siniestra y ostentosa. Oh sombra que deslumbras con tu multiplicidad de figuras. Eres rostro, eres monstruo. Eres sombra que inquieta. Mi vela se apaga, siniestra.   Mi sombra se resguarda. ¿A dónde te has ido? Mi solitaria sombra. Quédate, que yo estoy aquí, contigo para hacerte sombra.

Parálisis

Pasos, son solo pisadas en el techo, son nocturnas y solo denotan su presencia en madrugada. Son pasos… pisadas fuertes; traviesas. No puedo mover mi cuerpo, la parálisis del sueño se concreta. El cadáver en estado de putrefacción lo sabe. Lo sabe perfectamente. ¡Lo sabe, maldita sea! Comienza a lamerme la oreja mientras trato de moverme, entre las cobijas que lucen como una camisa de fuerza en toda mi inquieta demencia. El muerto sabe que no puedo ir tras él, lo sabe, así que, baja lentamente las escaleras en dirección hacia la hornilla de la estufa en la cocina oscura. Los pasos siguen suscitando en el techo. Pero ahora al ritmo de mi pulso cardiaco que, es cada vez más y más acelerado en su tamborileo incesante. El sudor se posa sobre mi frente. El ente en estado de decadencia, logra encender la hornilla con un pedazo de periódico hacia las cortinas de la cocina. Mis padres, mi hermana, mi perro, todos están dormidos. Y no saben nada. ¡Todos vamos a morir! El fuego se expande hacia

¿Qué será de mis llantos?

¿Qué será de mis llantos? Si ya no tengo a quién llorar. No le lloro al mundo desposeído si no a mí mismo en la añoranza. Son lánguidas mis lágrimas. Son mías, son contadas. Son secas, son parcas. ¿Estará algo mal en mí? ¡No, no, no lo creo! Llorar no siempre desbarata. Llorar consuela, llorar permite hurtarse a uno mismo. Llorar puede ser un tropel de sentimientos misceláneos. Por eso lloro al cielo. Lloro a quien ya no soy. Y lloro a quien dejaré de ser. Pero que no se confundan mis grafías con cifras tristes. Si no con signos francos. Llorar no es por descaecimiento. Hoy llorar es una alegoría a la brutal sencillez de sentirse vivo. ¿Qué será de mis llantos? Si son lamentos de placidez.

Mis labios

Mis labios: un sustento. Vaivén promiscuo. Sentencia húmeda y vil.   Libertad contagiada de palabras dolientes.   Cae la corona llena de rubís. Cae mi reino. Cae mi espada. Dragones me acechan. Imperio vuelto ruinas.   Un mago mudo y tembloroso. Guerreros abatidos; vueltos cráneos en armaduras. Pilas de cadáveres cobardes.   Solo bastó un mal discurso en el maremoto de mis derrumbes. Una mala elección de palabras. Arrebato de bastas riquezas. Herederos caídos. Reina fiel acaecida.   Adiós a mis hijos bastardos.   Sigo en el trono, pero mi sangre se expande. Las risas del enemigo resuenan. Las sonrisas de los traidores se tornan un tanto borrosas.   La vida se me escapa. El futuro se ha ido. No habrá nada de toda la gloria alguna vez acuñada por mis antepasados.   No caigo por débil. He caído por mis palabras. Muerte real que avanza. Olvido eterno. ¿Mis labios? Una farsa. 

¿Cuánto dura la muerte?

Hoy mis certezas son dudas y mis dudas certezas. Soy pasos que serán cenizas. Soy cansancio de un pasado que me sigue consternando.   ¿Cuánto dura la muerte? ¿Por qué no podemos volver de la muerte? No pronto, ni al instante. Si no, haber vivido bien a la muerte. Y pasado toda una vida estando muerto. Volver… Volver a la vida sin más. Todo este viaje sin olvidar, Sin olvidar nada. ¿Por qué? ¿Por qué la vida no es así? ¿Por qué hacernos tan y tan defectuosos? ¿Por qué hacernos  tan  des dichosamente frágiles? ¿Por qué hacer tan corto a lo maravilloso que es vivir? ¿Por qué dura más la muerte? Y tan poquito la vida…

Déjame

Dame un minuto de tu silencio. Déjame decirte cuanto te amo con mis más tiernos parpadeos. Déjame sincronizar la razón sobre tu pronunciado aliento. En la noche santa y en la divina mañana. Déjame bañarte, déjame enjuagarte, déjame purificarte. Abrir de par en par el Mictlán de mi pecho. Deja alimentarte. Déjame decirte las palabras más bonitas. Déjame acostarte, Déjame sentirte y contarte mi vida al oído. Mi vida y la tuya sobre la marea negra. De lo fugaz vivido. La piel se arruga y las lágrimas ya son pocas. Déjame sentir tu frente fría. Y marcharnos juntos al olvido.

Dichoso

Sin vida y propenso, gasto el esfuerzo en un gustoso momento. Dichoso el viento que se eleva venturoso, muy alto y satisfecho.   En la divina y agazapada desdicha, que encuentra dichosa y convertida en una mirada caprichosa; envuelta en la palma, bien vivida que alguna vez clamaba en un silencioso pentagrama, en aquella tuya y linda alma. Simbolismo caprichoso, siempre mío y rencoroso. Sucio se ha vuelto el rostro que devuelve aquel espejo roto. Vaya cinismo puro aquel que aclamas como tuyo. Entre abandonos y barullos, se cae la venda en grumos. Despertando así, mi fugaz manera de irme sin ti. Ya no lloren viejos más por mí. Que a donde voy yo. Me acompaña dándome una palmada, la reconfortante mano bien ganada. Más el abrazo de una vida dada. Aquel creador que la vida aclama.  

Termina la vida

Deseo de esperar un anhelo. Cauteloso y deseoso de sanar. Buscar la brisa que me quiebre. Hallarme frente al consuelo; perdido y con ánimos de bailar.   Nombrar a las cosas por otro nombre. Dormir, reír y tirarme al vacío. Gritarle al viento mis desvaríos. Morir sin repercusiones. Llorar hasta secarme.   Dormir finalmente. Tener sueños lúcidos. Despertar sonriente.   Caminar bailando. Brincar mientras caigo. Abrazarme a mí mismo. Tener una risa escandalosa.   Cerrar los ojos, sonriente. Sentir el mar. Ser la brisa. Ser espuma que va y viene. Morir satisfecho. Morir feliz. Volar despierto. Terminar la vida para así nunca volver...

Ásperos suspiros míos

Se rompen mis suspiros. Caen de prisa y se entierran. Ruin sentimiento de fiera. Son grises y fríos.   No son más que delirios. No son de otros, sino míos. Son flores muertas y secas. Son letras borrosas en la libreta.   Ásperos suspiros míos. Se quiebran en delicados roses. Amargos y largos como ríos. Se alimentan de mil voces.   No los busques porque solo son suspiros. Son instantes y son cambiantes. Son solo cantos sombríos.   Se van sin pedirlo. Producimos muchos a la suerte. Suspirando llegamos. Suspirando nos vamos. La vida se va con un suspiro. Y con un suspiro llega la muerte.   JNR

Viejos desconocidos

  Podía sentir el viento en su rostro, lo sentía vivo y fugaz; después de mucho tiempo al fin. El vendito aire de su anhelada libertad en aquella primera ventisca fuera de prisión y que, podía acariciar con sus propias manos y mejillas. Las hojas danzaban junto a él y su traje viejo de color marrón se alzaba de manera sincronizada junto con las hojas secas, más las páginas de algún periódico en el suelo tirado en la calle por algún ciudadano descuidado. En el titular de la página se percató de su realidad, año 2008. Estuvo 60 años preso, sesenta años de su vida tras las rejas y fuera de lo que conoció hace mucho tiempo atrás. Automóviles por todos lados, gran crisis económica mundial. Y sin una moneda o billete en los bolsillos. Su rostro era otro. Su caminar ahora era lento. Su cabello…, era poco. No supo qué hacer. No supo a dónde ir o a quién visitar. Todos a los que alguna vez conoció, ya estaban muertos, pensaría. Lo único que hizo tras cerrarse las puertas del gran complejo de se

Renazco

Renacer desoladamente; entre la ceniza fresca. Renacer sin la compasión desde la vil desdicha. Renacer junto al viento frente a la cosecha muerta.   Renacer, perecer y renacer. Compadecerme sin la luz que me abrase ante el regocijante atardecer.   Cae la bruma del sol iluminando mis manos; desgastadas y desdichadas, y un tanto indispuestas.     Ya es tarde para rejuvenecer. Ya pronto he de perecer. Más, no obstante de la tierra resurgiré:   Con otro rostro y con otro nombre. Un nombre que no será mío. Una vida nueva que será vieja. Un corazón sano pero envenenado por la pericia.   Mis pupilas serán ventiscas y temblores mis latidos. Relieves tendrá mi alma y mis huellas serán contadas.   Sentencia destellada en la deshumanizada historia. Renazco desde la tierna bruma. El fuego es testigo de mi neófita danza.   Ya no hay muerte después de la muerte. Lo único que sigue es vida.   JNR