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Consumo

El camión es un exceso del yo. Prisa por ir. Prisa por regresar. Prisa por tener. Prisa por gastar.   Consumir, ahorrar, consumir…   Prisa por ser. Ir, regresar, ir, regresar…   Borregos en filas; esperando ser trasquilados en sus ideas independientes. Todos iguales, ordenados por su bien: dinero.   Hacer que la población crea en la crisis económica para que trabaje de más.   El trabajo es el nuevo Dios.   JNR

Somos

Somos juntos; un latido. Un latido que prospera, entre batallas y alianzas, sobre desgarres y anhelos, más caricias de febrero.   Somos un pulso afinado que retumba en distancias. Donde en nuestra lejanía vibra un solo suspiro, creado de añoranzas.   Somos venas que se enlazan sobre disgustos calcinados; apaciguados por la dulce escarcha de húmedas y frívolas pasiones.   Somos el ser y la nada; Soñando descalzos y pisando nuestros más tachonados versos sobre lienzos que desgarran nuestras más desposeídas almas.   JNR

¡Cómo tenerte nostalgia!

Y en tantos silencios míos, madrugaron tus recuerdos. La noche se suicido junto con mis suspiros. La desesperanza aletea en su nido de desvelo.   Finalmente, cruje el cascaron y se asoma tu soberbia. Llegaste y te marchitaste, robándote así; mis ingenuas promesas.   Los árboles ya no cantan y las aves ya no bailan… ¡Cómo tenerte nostalgia! Si todo este tiempo tu inteligencia fue falsa.   JNR

Nostalgia

  Hoy creí encontrar tu verdadera sonrisa en una vieja y empolvada fotografía. El preámbulo de una sonrisa que ya no destella en sus hilos radiantes de confort hogareño. Las nubes yacen más quietas desde que tu partida fue sentenciada. Hoy, ya no corren, y ya no danzan en aquel ocaso donde alguna vez suspiramos ante un futuro de ingenua esperanza. Los felinos del hogar ya no perciben tu ausencia, solo vagan sin rumbo como buscando algo que saben ellos no van a encontrar de manera precisa. Más, sin embargo, tu aroma persiste en cada una de tus prendas guardadas y un tanto empolvadas; del tiempo que se lanza arrogante frente a la vida que es frágil y no perdura en demasía en esta vida. ¿Cómo no recordarte si no me siento útil frente a tu recuerdo? ¿Cómo superar la ida de tu mirada cálida que embriagaba a mi corazón latente? ¿Dónde y en qué labios ahora voy ahogar mis suspiros de melancolía? Superando voy poco a poco lamentando mi falta de inacción frente al hilo de tu muerte lenta que fu

Espero estar ahí

Espero estar ahí cuando el viento ya no sople. Cuando el polvo ya no se incruste en tus ojos bellos. Abrazar nuestra ausencia y besar tus labios entre nuestros sueños lúcidos.     Quisiera estar ahí cuando también la finita hora llegue.   Probar tu último aliento. Contemplarte en ese último suspiro y sostener tu último pulso.   Ver tu mirada perdida, sin brillo, sin alma, sin vida.   Probar tu última bocanada de aire sobre tu boca.   Quisiera estar ahí cuando no estés, cuando dejes de ser.   JNR

Fe en la muerte

   Dejar de ser, ¿qué implica dejar de existir? Dejaremos de tener ese cuerpo que tanto nos afanamos en cuidar y prosperar. Dejaremos de sentir ese instinto de super vivencia y alimentarnos cada día. Dejaremos de sentir sed, deseos, sueños, malestares, penas, alegrías. ¿Quién nos recordará cuando ya no estemos, si los que nos recordarán también morirán? A ellos también necesitan recordar. En mil años nadie sabrá que alguna vez existimos. ¿Qué lenguaje usarán? ¿Habrá humanos de carne y hueso? ¿Seguirá existiendo el lenguaje? ¿Por qué escribimos si posiblemente todas las letras terminarán siendo nada? No es que al escribir se asemeje a construir con ladrillos la pared más alta, sino, terminarán siendo palabras que trasciendan ciertas generaciones y se vayan perdiendo con el paso del tiempo. ¿Qué será de los viejos clásicos de la literatura cuando los nuevos clásicos de hoy sean los viejos clásicos del mañana? Y es que, ¿qué implica dejar de ser? Ya no habrá pensamientos, los que nos lleg

Tiniebla

Soy viento y también…, soy polvo. Soy rostro vagabundo. Calamidad constante que come y traga; carne y sangre de un seno agonizante. Las tinieblas alumbran el reflejo retorcido de la luna distante, bajo el llanto de tu boca. Penetración alarmante en el atroz baldío, donde la carroña arde. Soy… el espíritu esparcido entre crucifijos  roídos que anhelan el pecado. Soy… el eterno desvarío. El susurro que calla. Más la alegría guardada. Soy el dilema aborrecido. La caricia ingenua dentro de la pupila ciega. Soy lo que todos niegan. Soy la poesía que nadie dedica. Escribo en la noche mientras todos sueñan. Yo sueño despierto, entre el infierno y maldiciones. Soy al que no quieren, y solo leen, entre labios perfectamente sellados. Soy lo que soy… Y soy lo que dejará de ser. Soy el último destello de agua en el pozo seco. Soy la noche y el olvidado atardecer.  Ya me voy...  porque soy tiniebla.     JNR

¿Dónde están mis pajaritos?

¿Dónde están mis pajaritos? Si los dejé volando un ratito. El alpiste se ha agotado. La jaula continúa abierta junto con mi esperanza; que pulsa y desemboca sobre el agua fresca. Ya no silban mis pajaritos. Ya no resuenan sus aleteos. Un aleteo ausente que se acuña sobre la melancólica melodía. Se han ido mis pajaritos sin la tierna despedida que visualice entre suspiros. Mis lagrimitas ya no refrescan con cada uno de sus cantos que son silbidos ahora sordos, ahora mudos… ¿A dónde se han ido mis muy queridos pajaritos? ¿Dónde están sus colores? ¿Qué será de sus albores? La jaula ya no se tambalea en la ausencia de sus danzas de alegrías y rabietas. ¡¿Dónde están…?! Se han ido, así; sin complicadas despedidas. Se fueron silbando… Se fueron volando… Solo me dejaron su jaula. Y me encerraron con ella en mi eterna soledad que voy entonando.   JNR

La paradoja del Yo

  Cuando una persona habla desde el yo; ese habitual: Yo opino, yo pienso, yo creo. Habla desde cierta soberbia al hallarse “original” en el manejo del tema a tratar en cuanto a opiniones personales se refiere. Pero, es aquí donde comienza la paradoja del Yo, ya que, qué sucedería con ese “Yo, único”, si imagináramos la siguiente secuencia de analogía: Un grupo de oyentes acude a distintas ponencias sobre el mismo tema, todos los expositores son distintos y expertos en el mismo rubro desde el que se habla. Los oyentes son conscientes de que cada una de las charlas expuestas que los expertos tratan de maneras o perspectivas diferentes del tema per sé; suscita un patrón de coincidencia, al notar que cada uno de los expositores en ciertos momentos dan opiniones desde su Yo particular e individual; las mismas posturas se hacen notorias en cada uno de los diferentes expositores cuando comienzan a opinar desde cada uno de sus Yos. ¿Qué le sucede al Yo, entonces? ¿Es una falta de comunicación

Extraños

Que mi voz baje y suba sobre aquellos tristes montes, donde la muerte perdura entre batallas vívidas y temidas.   Desmayo y entono canciones sin coros; carentes de tono sobre huesos rotos.   Mi anhelo va y viene; pero por las venas circula, en la espesa nieve,   un amor bello y sin brechas.     Siento que la vida se me escapa de las manos. Día con día adolecen los reclamos.   Se desquebrajan cartas en hondos peldaños. Más las frías nieblas atormentando a los años.   El viento se seca entre reclamos vagos. El amor ya no perdura sobre nuestros pies descalzos.   Brillan los engaños de aquellos lejanos años, de eterno amor cristiano que ambos nos juramos.   Se tambalea la esperanza sobre la dispareja balanza. El agua por fin se estanca en la rota y olvidada hojarasca.   JNR

¿Por qué odio?

¿Por qué odio? Si hay pan en la mesa. ¿Por qué odio? Si mi salud es plena. ¿Por qué odio? Si es eterna la condena.   La impaciencia se va volviendo tenue. La cordura se alza y me abraza. Pero yo no sé, por qué, recurro en breves momentos a mi arrogancia enojada.   La calma, es más; pero, solo basta una ligera estupidez para desatar mi ira.   Odio el ruido. Odio las risas. Odio las visitas. Odio el cúmulo.   Odio la soberbia. Odio al cerebro vacío. Odio la copia de la copia. Odio al prepotente. Odio la injusticia.   Odio, la diversión vacía. Odio, lo que todos adoran. Odio, las frívolas compañías. Odio, las comodidades superficiales.   Odio no avanzar. Odio el calor, el dinero, comprar. Odio rezar.   Odio mis desánimos. Odio mis impotencias. Odio mis desgracias. Odio mis vacíos.   Odio no escribir. Odio la alegría del estúpido. Odio la suerte del idiota.   ¿Por qué odio? S

Vida de poeta

Soy la huella de la ilusión robada. Mi pluma aguarda la sentencia esperada.   Soy la confusión viva. Soy la carne devorada. Soy la tenue llama. Soy vida y nada.   ¿Dónde están mis más vibrantes y profundas malezas?   Me apago y enciendo en un mundo absurdo que no perdona el malestar nauseabundo.    Soy la inconstancia. Soy lo que no perdura. Soy la lágrima tardía. Soy un verso en agonía.   Soy el odio y la falsa sonrisa. Soy el que desea la constante desdicha.   Soy demencia y soy cordura. Soy la marea que va y llega,  sin aroma,  y sin fragancia.    Soy la letra  repetida Soy la reiterada vida.  Soy esa extraña  vida perdida,  esa vida de tormenta,  donde se mueve  mi vida de poeta.    JNR

Hoy no hay tiempo

Se alejan de mí las buenas y maravillosas ideas, y me voy quedando con palabras simples; más puntos de vista sin un sentido coherente.   Dialogo en la incoherencia constante. El pozo está seco junto con mi alma. ¿Por qué se van? ¿O es que nunca llegaron? Las buenas y elegantes, las precisas y constantes, las desgarradoras y anti sonantes, palabras brillantes.   Soy un ciudadano más, un olvidado más… Alguien que escribe y vuelve a escribir. Pero hasta ahí. Nadie más nota… Nadie más se percata… Del llanto de mis letras, del goce de escribir. Y es que por qué leerme a mí, entre tantos poetas. ¿Por qué leer mis letras? Si son letras desanimadas. Habiendo otros poemas; más dichosos, más románticos, más enamoradizos.   Y es que todo el mundo tiene una amarga tristeza. ¡Qué ironía! Hoy ya no hay tiempo ni para estar triste.   Hoy todo es entretenimiento, todo es fiesta, todo es diversión momentán

Flores frescas

Persigo incesantemente la desapreciada extrañeza. Tu rostro aún perdura en cada una de las rosas marchitas.   Sostengo aún las heridas curadas. Más mis lágrimas que siguen manchando a tu cara pálida y arrugada.     La soga aun aprieta; pero mis venas yacen vacías, sin vida.   Ya por fin hay alivio en mi petrificada silueta.   Mis zapatos viejos van dejando marcas de colores tristes: azul, violeta, grises…   El paisaje se va junto con la memoria del viento que solapa mis gritos desconsolados.     El árbol florece con sus ramas rotas. Son hojas claras; manchadas de sangre sobre mis ojos ciegos.   La lluvia celebra nuestra partida fúnebre. Las moscas llegan hacia nuestra carne que se pudre de manera lúgubre.   Perseguía incesantemente el paso de la muerte. Ahora por fin sonrío y desvanezco en cada una de las flores frescas.     JNR