Frías compañías
Qué cálidas se vuelven las palabras escritas después del tormento de la compañía fría. Una sombra abraza más fuerte en lugar de las pobres amistades efímeras que con un solo apretón de manos concretan el final de una melodía corta, burda, monótona. La misma obra representada miles de veces donde tengo que representar un papel de viejo amigo que convive en una atmósfera que me infla los pulmones de hastío. Una gravedad apacible que me hace flotar en múltiples melancolías de recuerdos. Soy feliz en compañía física; pero, soy más feliz en compañías literarias. Estar rodeado de autores y autoras, avasallando la pluma en un papel es mi consumación para confirmar mi amor absoluto por la soledad. Una soledad más cálida, que corre ante mi sed de cafeína, que me consciente en la inspiración escrita. Me surge la intriga de qué piensan esas voces y miradas que me juzgan en silencio. Pero no le doy importancia, prefiero cumplir mi papel y regalar mi despedida tardía. Un tanto embriagada por