¿Qué hay en el viento?
¿Qué
hay en el viento, sino más bien caricias? Caricias que se acurrucan en cada uno
de mis suspiros vacíos. ¿Qué hay en el viento, maldita sea? Que me obliga a escucharlo
en su llanto de adverbios invisibles en cada una de sus líneas casi imperceptibles.
No hay razón en lo descomunalmente desconocido, aquello que trasciende, aquello que traspasa el espacio y tiempo. ¿Qué hay en las palabras que el viento arrastra
en la consciencia eterna del ser que prospera en su búsqueda ilusa? Hay un
camino hecho de piedras que no tiemblan, yacen fijas y discretas para cada
tropiezo de mi lengua lenta. Las velas no bailan en su armonía cotidiana con su
amada sombra. La lluvia quita al silencio de su agonía estática. ¿Quién seré después
de leer este poema? Quisiera ser alguien más después de terminar de leer cada verso
al viento fijo en su tinta escrita. Qué envidia poder entrar en las entrañas de
un poema y salir como alguien nuevo y desconocido, no por ello mejor o más
sonriente. Incluso, más gruñón y áspero. ¿Qué será del viento que arrastra
letras y que deviene? Apilo torres de libros sin saber cuándo leeré todos esos
libros y sin percatarme de que mi tiempo se vuelve cada vez más limitado. Me
estoy volviendo ansioso, y no huyo de este nuevo síntoma, quiero abrazarlo como
al niño olvidado en la calle. Soy un defecto nuevo que intentaré volverlo
virtud en mi soledad contemplativa. Y el viento no comprende que me encuentro
en constante cambio. Y el viento no entiende que con cada letra al viento yo
cambio sin marcha atrás. ¡Hay viento, qué será de ti cuando nadie pronuncie versos
al aire en forma de canto! Rogando por una nueva existencia, una más bonita…,
una, una más bella que la realidad que ahoga cada vez más hondo a soñadores en
potencia. ¡Hay viento, no te vayas y susúrrame tus palabras más bonitas al oído! Que mientras siga vivo, en una era de distracción digital, quisiera dedicarle
mis más bonitos suspiros al viento.
JNR