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Mostrando las entradas de diciembre, 2021

Felices fiestas apocalípticas

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  Otro año ficticio que perece frente a mi experiencia desvivida. ¿En qué puto momento dejé experimentar de manera lúcida mi realidad? Estar mucho tiempo frente a una pantalla ha disminuido mis experiencias fuera de ella. A tal punto, que mi vida fuera de una pantalla digital es pensar en lo que conlleva la parafernalia de habitar el espacio digital. El tiempo pasa, y Facebook y Google parecen ser más adinerados con mi mínima adicción a publicar mis incoherencias narcisistas. Los años pasan, y la pandemia persiste. Las personas dejan de estar, pero sus recuerdos perduran. Desde que la gente muere después de que comenzó la crisis pandémica en todo el mundo, las muertes se sienten un tanto extrañas. Como si no fueran reales, como si fueran una especie de engaño; como si se tratase de una mala broma. Como si se esperara que al final de la pandemia, todos los que han muerto salieran por fin de su escondite. Como si todas las perdidas y lágrimas fueran actuadas esperando a que nos den la no

Soy tiempo

Yo no quería, pero la vida me ha vuelto tiempo. Ya solo soy tiempo, y lo único que me queda: es tiempo.   Tiempo que gasto y malgasto. Heme aquí, gastando tiempo. Tiempo invertido en letras. Soy un inicio que ahora es ahora y que se convertirá en un fin. Un fin convertido en pasado, presente y futuro. ¿En qué momento? Dejé de tener rostro para hallarme frente al espejo, ya no con una identidad, sino ahora, solo corre por mi sangre; el tiempo que soy y que dejaré de ser. Hoy soy lo que un día ya no seré. Hoy…, siento que me callo a mí mismo. Pero… ¿y a mis letras? A ellas… ¿Quién las callará? Sino que otra cosa, Si no, más bien, el tiempo.   JNR

¿Por qué me besas?

De tus sanos besos nace una voluntad que me sabe a refugio. ¿Cuántos pestañeos guardarán tus labios? ¿Y en cuántos labios se depositarán  nuestros pestañeos? Labios tan míos como tuyos. Intuyo la fragancia en una esencia   que desemboca en dos bocas, que se rompen y reparan en un constante arrullo. Donde nuestras lenguas no entienden de propósitos. Propósitos que fueron hurtados en suspiros ajenos. ¿Por qué me besas? Si esos besos que me das, ya no son míos.   JNR

Sobrevivir

Las palabras se están volviendo destartaladas en este discurrir vacilante. Donde los pensamientos ya no gustan de vestir a mis propias palabras aberrantes.   Me he vuelto un hablante desposeído, carente de relucir mis más bellas palabras en el eterno sin sentido.   ¿Cuánto valen las palabras? ¿Cuánto pagarías por las mías? Tengo que admitir que no serían totalmente mías; sino más bien, usadas.     Y es que ésta es la vida donde las palabras se usan. Y deberían en vez, las palabras usarnos. Como quien usa la vida para vivir. Como quien respira para escribir. Y como quien escribe para sobrevivir.   JNR

Soy el llanto escrito

Se hierven las letras que mugen desde la punta de mis dedos. Se van quemando las hojas al ras del canto de mis latidos.   Las palabras laten en sangre; rojas y con hambre. Desdichadas… Vibrantes.     Las estrellas miran desde lejos la lucha interna y constante, más los quejidos que el viento quema en mis heridas.     Soy la luna, y el sol, y la tierra.   Soy el llanto escrito; un vaivén de lamentos bajo las espinas húmedas.   Soy el fuego, más la sangre encubierta. Anhelando ser cenizas.   Soy aquel escrito… Olvidado, con múltiples manchas de fino vino tinto.   Soy la hora que acaba y que se aferra a los suspiros. Suspiros míos, tanto como tuyos.   Soy la partida del punto final.   JNR

Matamos al destino

Eran avances mis besos los que abrazaban tu boca; fina y pulida, enteramente llena de gimoteos astutos.   Matamos al destino. Al no darle importancia, con cada una de nuestras caricias vanas.   Hoy tus besos saben a recuerdos. Y los recuerdos fijan mi soledad. ¡Qué astuta es la memoria! Al des memorizar tu rostro frío.   El fuego exaltante enciende mis promesas rotas que se aquietan con tu sonrisa olvidada.   Ya no me busques, ya que al destino no le importas. Ni yo le importo.   ¿Quién va a leernos dentro de 200 años? Nadie, más que la muerte. Ya que, a ella, siempre le intereso leernos.   JNR

Suspiros callados

El tiempo muestra que la suerte no afrenta ante la muerte suculenta. Yo nací perdiendo y nadie perderá el día en que yo perezca.   Tiempo y muerte. Muerte y tiempo. Simple y llano cuento funesto.   La hierva crece dentro de un alma seca pero que todavía puede dar frutos con alevosía.   La muerte canta a la distancia. En su clásico tono de elegancia con sus finos coros de cruel desesperanza.   ¡Qué brutal tristeza! Que cuando llegue la muerte los sonidos se desvanezcan. Dejando a mis suspiros callados y eternamente pasmados.   JNR  

Desde que murió mamá

  Desde que murió mamá, ya no sé como andar por la vida. Trato de sonreír, pero no se siente del todo como una sonrisa real, como si mi sonrisa la hubieran cambiado por otra; una más disimulada. De niño, mamá me decía qué comer, qué vestir, cómo comportarme. Siempre trataba de velar por mí, tratando de iluminar mi camino. Pero, esa luz se apagó. Ya no está, se esfumó de la nada. Lo sé, ya a una determinada edad, uno, ya se hace más independiente, pero al menos, siento yo, que esos consejos de mamás aun vivas: deben valer muchísimo. No sé cómo sería mi vida ahora si mamá no se hubiera muerto. No sé dónde estaría, ni con quiénes estaría o, si me dedicaría a otro oficio diferente. Nunca lo sabré. Lo que sí sé, es que me hace falta. Caminar sin su luz se ha vuelto cansado. Trato de darme a mí mismo luz. Pero veo tantas bifurcaciones, que me he vuelto inseguro. No sé en ocasiones qué dirección tomar. Debería tomar la que mi intuición me diga y, actuar. Y..., eso he hecho. Pero..., hay algo

Vacío

El rango de tu disonancia callada me captura y me hace insolente al querer hablarte desde mi querer que anhela por quererte.   Soy testigo de mis andanzas viles y desalmadas al tener que soportar mis desesperanzas.   Es dura mi arrogancia y al final siempre vuelvo a terminar solo conmigo mismo.   El frío vuelve a mi cuerpo haciendo notar el vacío de tus caricias.   ¿Y ahora qué será de mí? Si iré por la vida con el corazón hecho añicos.   JNR

Elis y Anaxímenes (Dialogo Tercero)

Anaxímenes: ¿Qué te trae por estos caminos inhóspitos, Elis? Elis: Me sentí en la disposición de charlar contigo ante una respuesta que obtuve mediante mi afán de querer hacerle una pregunta al Oráculo. A: ¡Vaya, no pensé que finalmente acudieras al Oráculo! Pensé que lo veías como un acto irracional al hecho de obtener una respuesta proveniente del acto que yace fuera del rango lógico del típico orden dialectico para llegar a la verdad, Elis. E: Sí…, pero, tenía que ceder a mi curiosidad un poco de camino ante lo no recorrido. A: ¿Y qué preguntaste? Si puedo saber, y qué respuesta obtuviste, si de igual modo puedo conocer. E: Pues tenía esta pregunta que no me dejaba tranquila, y en mi soledad, más aunado a ese hablar conmigo misma, no pude llegar a una solución per sé del problema. Lo que le pregunté al Oráculo con tanta intriga fue lo siguiente: ¿Quién soy yo? Y el Oráculo me respondió: Eres los que preguntas. No entiendo, ¿qué quiso decir con eso? ¿Soy la duda de no saber

Mi corazón yace quieto

Sombras que persiguen mis más anhelados vicios. Aceleran su paso hambriento, al ser cómplices ante mis labios ásperos y ligeros.   Cae la clara noche aberrante. Justiciera frente a mis parpados caídos, que embelesen mis más profundas heridas; que quisiera fueran tratadas, cual triste fiera moribunda.   Se van suicidando mis lágrimas, frente a la copa de vino que deambula;   rota con cada trago en el que voy aniquilando mis desdichadas angustias, que son bastas y profundas.   Me vuelvo naufrago ante la isla de la locura. Ajusto las velas y pierdo cautela. De mis más sinceros llantos a capela.   Mi soledad ya no me anhela. Se ha vuelto fría, carente de fresca ternura. Voy tropezando directo hacia al valle de la lejanía.   Mis latidos se van disolviendo frente a cada botella vacía.   Ya no queda nada más, ni razón, ni cordura. El alcohol me ha despojado de mis más tristes mentiras.   Mi corazón yace qu

Tal vez el amor me salve

  Me fui convirtiendo en una amalgama de incertidumbres llena de coincidencias, grande y extensa. Propia y derivada del infortunio de hallarme adverso ante mis múltiples adversidades. Que lo único que empatizan en su dialogo es la utopía de mis lágrimas que encierran los más pintorescos cuadros de sonrisas que ya no existen en mi memoria. La vida se está volviendo lenta y pesada. Me pesa el cuerpo, y me pesa el corazón. Me pesan las lágrimas, y me pesan mis pasos. ¿Dónde está ese adulto que visualizaba de niño? ¿Dónde quedó ese niño que imaginaba un futuro? ¿Dónde está ese futuro anhelado por conquistar? La muerte se acerca, me zapatea en las entrañas. Sus brincos tambalean las torres de libros que me rodean. Se agotan las palabras, y mis virtudes. La muerte va a ganar, pero quiero irme dándole un golpe. Un golpe que retumbe en su rostro esquelético. Algo para que no olvide que no me quería ir así, sin previo aviso. Me iré por mi nula capacidad de ya no conmoverme por el más bello de l