Contienda de lumbre
“La vida es una guerra sin tregua, y morimos con las armas en la mano”. (Arthur Schopenhauer) La rutina del choque de espadas hizo denotar a las nubes en el cielo como si fueran simples pedazos de algodón inofensivos en aquella tarde. —¡Hoy toca morir, caballeros! —exclamó el Rey. —Estoy planeando mi muerte desde que nací. —murmuró Erik entre dientes, antes de escupir sangre al suelo. El combate continuó, las espadas se hundían con tal brutalidad como si sus hojas exigieran sangre a gritos, los filos de dichas armas; gotearon en la tierra de manera lenta, mientras la multitud aplaudió el esfuerzo de cada contrincante. El Rey Huk miró al cielo meditabundo, el cielo se convirtió en un espectáculo eléctrico de destellos. El Rey dueño de todo y, más allá del reino de Agambent, se puso de pie y exclamó: —¡Acaben de una maldita vez! ¡Quien muera hoy no me interesa!