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Hoy no hay tiempo

Se alejan de mí las buenas y maravillosas ideas, y me voy quedando con palabras simples; más puntos de vista sin un sentido coherente.   Dialogo en la incoherencia constante. El pozo está seco junto con mi alma. ¿Por qué se van? ¿O es que nunca llegaron? Las buenas y elegantes, las precisas y constantes, las desgarradoras y anti sonantes, palabras brillantes.   Soy un ciudadano más, un olvidado más… Alguien que escribe y vuelve a escribir. Pero hasta ahí. Nadie más nota… Nadie más se percata… Del llanto de mis letras, del goce de escribir. Y es que por qué leerme a mí, entre tantos poetas. ¿Por qué leer mis letras? Si son letras desanimadas. Habiendo otros poemas; más dichosos, más románticos, más enamoradizos.   Y es que todo el mundo tiene una amarga tristeza. ¡Qué ironía! Hoy ya no hay tiempo ni para estar triste.   Hoy todo es entretenimiento, todo es fiesta, todo es diversión momentán

Flores frescas

Persigo incesantemente la desapreciada extrañeza. Tu rostro aún perdura en cada una de las rosas marchitas.   Sostengo aún las heridas curadas. Más mis lágrimas que siguen manchando a tu cara pálida y arrugada.     La soga aun aprieta; pero mis venas yacen vacías, sin vida.   Ya por fin hay alivio en mi petrificada silueta.   Mis zapatos viejos van dejando marcas de colores tristes: azul, violeta, grises…   El paisaje se va junto con la memoria del viento que solapa mis gritos desconsolados.     El árbol florece con sus ramas rotas. Son hojas claras; manchadas de sangre sobre mis ojos ciegos.   La lluvia celebra nuestra partida fúnebre. Las moscas llegan hacia nuestra carne que se pudre de manera lúgubre.   Perseguía incesantemente el paso de la muerte. Ahora por fin sonrío y desvanezco en cada una de las flores frescas.     JNR  

Cariño mío

Y como si nada caí en cuenta de que me hallaba; finalmente, expuesto, desnudo, y perdidamente enamorado de usted, cariño mío.   Y es que en tu desnudez soy quien debo ser. Como un instinto que acecha mis más prolongados y desapercibidos: frágiles impulsos.   No se a ti, pero a mí. Me sienta bien amarte. Y no de a poco. Si no, descaradamente.   JNR

Dime a quién sigues por Instagram, y te diré quién eres

      Persiste cierta intuición en mí, una sensación particular, percibo un síntoma que, o puede ser muy diminuto, o algo vorazmente descomunal en mi psique, mente o alma. Un síntoma de no avance; un estancamiento, procedente de la realidad perceptible de mis sensores que me proyectan ciertas fracturas que encuentro sin buscarlas en todo sistema tanto macro como microscópico, ya sea en una gran nación, o en cierta postura o tono de individuos desconocidos. Es como si ciertos patrones se develaran ante mi persona sin tener la intención per sé de adquirirlos. En una competente analogía: sería como ver tambalear las piezas diminutas de un gran todo que no sabe que se tambalea. Un eterno desbalance que no se ajusta o se queda quieto, sino que sufre de múltiples desajustes que, es lo que hace que siga en movimiento. Es un caos inconsciente que hace que todo vaya hacia un aparente “progreso”. Antes me propiciaba un extraño mal sabor, ahora es solo es la intriga de que se esta transformando e

Obsesión

Se vislumbran a distancia los recuerdos de grandes y muy desvividas marchas.   Ya no soy la carne muerta. Soy las plantas y semillas que cultivo entre sol y agua.   Aspiro a la longevidad respirando la brisa nocturna. Enterrando mis pies descalzos sobre la tierra y pisando el cálido y frío asfalto.   Soy el tomate y el nopal crudo. Camino lento y sin preocupación en un mundo lleno de obsesión.     Obsesión por tener, obsesión por llegar, obsesión por terminar, obsesión por volver a empezar.   Soy la piedra y soy el río. Soy el lago que vuelve a la dichosa calma. Mi única crisis será cuando no sea feliz estando vivo y viviendo en este mundo de perdidas y muy desorientadas almas.   JNR

Cae mi ausencia

Sin prisa contemplo delirante mis palmas manchadas en el tímido curso del papel sobre la delicada y fresca tinta; donde persisten, mis ideas más temibles, descabelladas y tan forzados   delirios sin prisa.   Cae la noche entre mis ojos cansados; desvelados entre mantos de ideas postergadas que se estancan entre el humo de la niebla socavando así, mi nombre al filo del fuego extinto de la vela.   Cae la brisa y junto con ella se desvanece el viento. Un viento que ya no conmueve ni a los pétalos, ni a las raíces, ni a las espinas de rosas marchitas.   ¿Quién socavó nuestras almas? Entre penumbras y resplandores. Entre marejadas y extintas llamas. Entre velas que se apagan de manera brusca: Se van desvaneciendo mi alma quebrada, más mis letras asesinadas para que mueran y ya no renazcan.   Cae la vida y junto con ella el nombre de mi ausencia.   JNR

Luz de noche

  La solución líquida de color vino se esparcía por un valle con desgarres bien provistos de sufrimiento por toda la habitación abandonada. La escena del atentado era desconcertante a niveles de condición humana en cuanto a grados de perversidad. Diferentes partes de los cuerpos yacían clavadas con gruesos clavos en la pared y techo. Habrían dejado en la licuadora, un tanto molidos los ojos de todos los integrantes de la familia Hernández. Se encontraron por debajo de la mesa de la cocina las partes de las piernas hacia la cadera de la madre e hija. Al parecer las penetraron después de cortarlas en dos a cada una. Los testículos del padre e hijo yacían colgados justo en la manija en la entrada del departamento. Todos los cerebros yacían hechos pedazos en el escusado del baño único del complejo habitacional. Se encontrarían mezclados con eses humanas del autor en turno. Las cabezas de toda la familia, yacían clavadas en escobas que se asomaban de manera muy terrorífica por las ventanas

¿Es usted un imbécil y no lo sabe?

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              Nos hemos vuelto una sociedad infantilizada. Somos esos niños que solo quieren tener el juguete más bonito, de moda y asombroso del momento. O el juguete que más queramos por el afán de simplemente tenerlo porque sí. Haciendo alusión a la metáfora del niño berrinchudo que implora por su juguete en el pasillo de niños, dicho esto, reaccionamos a cualquier producto de mercado como ese deseo de conseguir ese “juguete preciado”. Por ende, la etiqueta de sociedad de consumo ya no la portamos en la frente; sino, en nuestra forma de actuar, hablar, en la psique, vestimenta, objetos, marcas, comida, y un grande etcétera. Esto es, porque al sistema de consumo no le interesan las personas maduras, ese cliente que reflexiona y dice que no, que se cuestiona. La razón por encima de los sentidos e impulsos son enemigos de la publicidad. Las personas se adecuan al sistema en turno, de una manera u otra. El sistema capitalista adora al individuo infantilizado, ese que se mueve en el mund

¿Qué es la muerte?

La muerte es a lo ontológico, pertenece a términos de finitud, cambio, abandono del cuerpo, extinción y resquebrajamiento.   La muerte está ahí; en cada pestañeo, en cada suspiro hondo.   La muerte refleja eso; la inminente ausencia de lo que ya no está y ya no volverá a ser.   La muerte se monta sobre espaldas cansadas. Sobre mentes desechas. Sobre la resignación pueril.   La muerte es permanencia y sujeta al no estar, y al no ser percibido por los precoces sentidos.   La muerte es eso: dejar de vivir y empezar a vivir en la muerte.   La muerte es deseo o una bendita maldición. Es ciega o constantemente asimilada en el frágil pecho.   La muerte es callar, es cese al sufrimiento. Es alivio en las heridas de un cuerpo que muere.   Morir es presencia lejana o desapercibidamente cercana. Morir es cambio, morir es ruptura de sueños fallidos o dicha de conquistas banales.   La muerte es compañía, es la

Risas ajenas

Risas ajenas me acosan en mi estática ingenuidad. Mis tristezas, pasan por alegrías al docto impertinente. Asechan mi ingenua y apacible seguridad. Seguridad que tambalea con la mínima risa del bufón con ideologías. Donde su único papel; es mofarse del incrédulo. Del que se cree escritor y yace neófito e  incógnito en la marea del crepúsculo. Es triste, es como situarse al filo de una caída y todos te miren alegres: riéndose de tu miseria. Y es que, para mí, sería muy simple: Hacer mofa de tu camisa. De tu corte  de cabello común. De tu identidad  vacía y superficial. De tu fanatismo  al dinero rápido.  De tu alienación  ciega y descarada. De tu enajenación hacia lo que esta de moda. Me reiría de ti. Pero no, es muy fácil reírse... Prefiero pensar,  reflexionar,  y así, perdonarte… Ya que tus risas hacia mí, no son las tuyas,  son propias  de la adoptada y simple: ignorancia de la masa. Quienes enseñan  a burlarse  de