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Espinas secas

Crecen las espinas secas a un costado del caudal de sangre. Un diluvio que permea en un llanto oscuro; silencioso. La marea del vino ya no canta, ya no resuena en los oídos de aquel cadáver mudo. Son contados sus últimos suspiros en el último letargo que suaviza su piel en el fulgor del cálido atardecer.   Brotan las lágrimas definitivas, aclarando, tu pálido rostro en el crucifijo, amortiguando así, los rastros de nuestro finalizado encuentro.   Ya no hay testigos, ya no hay mendigos. Tu ineficaz presencia de próxima carne pútrida se las dejo a las aves de carroña.   Mascando así lo que quedó de tu fina y pulcra belleza.   Secuencia sin ritmo se ha vuelto tu callado respirar. Anhelando tu último rezo.   Aliciente penetración entre el pedrusco ornamento de tu última bocanada sobre tu roída costilla.   Crecen las últimas espinas secas en tu ahora latido quieto. Murmuras una póstuma vociferación: Te perdono.

Siento

Siento al viento viéndote acariciar suspiros vueltos olas.   Siento al tiempo apretando lágrimas en su camino angosto.   Siento un palpitar quemándome sin herirme y doblegando a mi rostro.   Siento el cantar entonado de sed por un amor orquestal.   Siento la esencia de mil ramos de flores lloviendo en mi agonía.   Siento a la tierra ocultando mis máscaras yacientes ya sin vida.   Siento la elegancia del luto que los envuelve de un color oscuro.     Siento los rezos de fervientes bocas anhelando mi trascendencia.   Siento las lágrimas cayendo al compas de pétalos blancos.   Siento la alegría de algunos y algunas de que ya no exista.   Siento la indiferencia de manos ausentes en sus huellas sobre mi piel.   Siento a la vida acabando su más perverso juego.   Siento la despedida en su satisfacción de haber vivido insatisfecha.   Siento el adiós en mis ojos secos cerrándose a la etern

Teresa

En sentido de una esencia universal que habita en el todo, ¿cómo es que emana de una nada volviéndose multiplicidades con una limitante observable para así obtener una identificación de esencia única? ¿Qué tanto se nos escapa de los sentidos perceptibles? ¿Hasta dónde podría llegar la evolución si el planeta tierra pudiera ser habitable muchos miles de años más en convivencia con el ser humano? Esas y más preguntas se cuestionaba la pequeña Teresa mientras coloreaba su elefante de color rosa en el jardín de niños. Los demás niños y niñas de su alrededor solo se olían los mocos y se metían crayones a la nariz. Otros, sencillamente se limitaban a seguir al pie de la letra lo que su maestra les pidiera que hicieran. Como simples repetidores de lo que un adulto considera como tiempo de aprendizaje. Volviendo a la mente de la pequeña Teresa, ya había dejado atrás las preguntas ontológicas para otro momento y ahora su creación de arte cobraba vida en su imaginación. Aquel elefante rosado

Palabra inquieta

Inquieta la palabra que involucra nuestros labios. Labios que ya no llueven en almas de sequía.   La marea y el viento han cesado en su caos monótono. Ahora, todo se ha vuelto calma, pero una calma amarga porque donde antes hubo muchos besos ahora, solo quedan vestigios de heridas que provocó nuestra mutua indiferencia fría.   Ya no hay preocupación, solo alejamiento. La rutina de nuestras sonrisas, ahora,   les pertenece a otras personas.   Se está volviendo un placer olvidarte. Gracias y debido a tus tantas estrategias tontas de enamorarte.   Lo único que te deseo es que ya no generes más víctimas de amor pasajero.   Deseo que te amen bien y que tú sepas darlo de vuelta en otros labios, donde involucres nuestra olvidada palabra inquieta.     JNR

Se acabó lo nuestro

Naturaleza inquieta en un cielo que crea y besa tu nombre entre el viento enquistándose en las nubes que revolotean sobre una gran agonía y van susurrando tu nombre: Sofía, Sofía, Sofía… Llegaste a mi vida y te fuiste sin despedida como un tierno colibrí que llega fugaz, se alimenta y no vuelve jamás.   Tu nombre salpica entre campanas viejas a un llamado mudo donde mi corazón tamborilea. Sufriendo y llorando tu partida de nuestras caricias secas.     Quién diría que me volvería aquella planta verde que cortaste y agonizaba frente aquel árbol grande. Cuyo viento suena, cual orquesta envuelta en olas de viento sin aplausos ni faena.   Qué triste fue haber llorado entre nuestros hombros, anhelando no dejar que lo nuestro termine.   Nos envolvimos entre fantasías de luchar por nuestro amor que olía y latía como el viento que mueve a las plantas en mi crucifixión de mi nombre Jesús sobre tu apel

Amor matutino

Como quien castiga a las palabras, me someto a un llanto escrito. Como un piano que despierta en la opaca mañana incierta. Las teclas se agrietan, se ruborizan entre marejadas de miradas quietas. Suspiramos. Ya no hay gritos solo húmedos recintos de bordes a la deriva entre mojados y rotos escritos.   Revolotean las palomas blancas. Remueven vientos de esperanzas. Un tanto habladas, un tanto escritas. Yo lloro y tú gritas. Alzamos miradas entre paredes blancas. Donde el polvo a testigua nuestras huellas fijas en mi penetración liza, un tanto áspera y líquida, pero que se inmortaliza entre pujidos en la cornisa.   Nos vamos arañando entre zarpazos nuestras espaldas y en cada brazo. Sostenemos nuestras lenguas en un baile quieto mientras danzan tus caderas anchas de piel oscura. Voy derramando líquidos en tus sudorosos y grandes pechos con sus pezones finos, oscuros un tanto puntiagudos que voy mordiendo si

Voz escrita

Una voz que resuena, que resucita en voz escrita. Una voz que palpita. Escribo palabras mudas que gritan. Suenan los trazos con letras que salpican. Avanzo entre palabras llanas, simples, mundanas. Soy una voz que escribe dejando a las palabras, sonando y juntándose desde mi esencia lejana.   No quiero ser el mejor poeta, pero anhelo la reserva de aspirar a ser un mal profeta. Ha pasado la tormenta, me ha dejado roído y mal nutrido, pero con mi pluma de testigo.   Salgo del abismo un tanto diferente. Me siento alguien que ya no siente.   Hoy ya no tengo corazón pero tengo mis letras. Más mi pluma danzante salpicada de sangre, pero sigue pulsando, vibrando y cantando en su voz escrita, letras que aunque yo muera quedarán infinitas en un universo sordo pero que regurgita palabras de polvo que alguna vez fueron: una voz escrita.   JNR    

Recuerdos

Como quien tropieza con una vasta multiplicidad de recuerdos distantes. Me hallo un tanto quieto contemplando el por qué suscitan dichos pasajes en mi memoria. ¿Por qué recordamos eventos que catalogamos como “importantes”? ¿Por qué asumimos que son importantes si solo son importantes para nosotros mismos? Es como asumir que todo lo que proceda del margen de mi yo; es por ende importante. Solo sería una presentación de mi ego hacia al otro como importante. Pero ese no es el asunto primordial. La pregunta clave sería: ¿Por qué guardamos en la memoria específicos momentos y no otros? Responder dicha cuestión en un absoluto enfoque de veracidad y descubrimiento de una verdad absoluta como respuesta, no será el caso. Por obvias razones intentaré disuadir y desfragmentar dicha pregunta en mi subjetividad analizada desde mi praxis como individuo. Todo ser humano hasta donde mi conocimiento puede soslayar, puede tener ciertos recuerdos que sobreviven al paso del tiempo de dichos sucesos a rec

911

Yo: Hola, ¿911? Operadora: 911, ¿cuál es su emergencia? Yo: Me siento solo.   JNR

Piel ausente

Piel ausente, piel fantasma, piel pútrida, piel que ya no me toca, piel áspera, piel cansada.   Me he convertido en un experto de tu ausencia. Ausencia que me ha dejado cenizas negras, cenizas húmedas; esculpidas en lágrimas.   Envidio tanto tu frialdad, tu no misericordia. Me introdujiste tu germen para así desaparecer y esparcirlo a alguien más. ¿Fui un experimento? ¿Fui un juego? ¿Fui un plato sucio? ¿Fui lo que ya no quieres probar nunca más?   Tal vez sea todo o nada.   Sigo en duelo para algún día renacer, crecer, ser feliz sin tu piel  y con tu maldita ausencia.   JNR