Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2023

Identidad

Niebla desobediente, que carcome mis sentidos. Tu rabia es mi danza. Tus prejuicios son mi baile. En mi despliegue se encuentra tu burdo acoso. Mis ramas crecen mientras que mis frutos se van haciendo maduros. ¡Qué insolente te has vuelto! Tierno y bruto son mis atributos. El aire ya no descifra nuestros más íntimos desquicios. En tu desnudez encuentro mi alimento sano. En tus reproches, mi debilidad palpita. En tu danza mi pecho alcanza el éxtasis en suspiros. Tu arte me cura… Tu indiferencia me ruega. Tú, junto con tus pechos, mi absorción cotidiana. No dejes de posar, ya que en tu ideología, descansan mis latidos.   

Eterno ausente

Me siento ausente en la apacibilidad de contemplarte. Me siento ausente en la arquetípica forma de apreciar lo que todos aprecian. Ausente de superficialidad. Ausencia de máscaras. Me siento ausente en la competencia del éxito. Ausente de querer ganar. Renuente de lo común: De la plática trivial. De la angustiosa pérdida de la belleza “eterna”. Ausente de querer lucir siempre joven y normal. Ausente de amor común. Me siento ausente de hacer lo que todos hacen. De cumplir mi rol en la sociedad. Tengo ausencia de saciedad. Tengo ausencia de apreciar. Tengo ausencia de idolatrar. Me estoy volviendo ausente en un mundo participativo. En un mundo de falsas sonrisas. En un mundo de falsos tratos. Ausencia de hipocresía. Ausencia de pretender. ¡Qué gran alivio convertirme! En ese eterno ausente…

Bendita razón

Bendita razón desnutrida. Bendita sangre que reza. Rezos benditos de lastre. Desnudo arrastre bendito.   Intuición íntima e indecente. Corporación frívola insistente. Insonoridad de lo incoloro. Potente, rancia y reverberada.   Tiernos ojos de la nostalgia. Nostálgico aliento resentido. Sentir la lumbre en descontento. Eterna sinrazón del crepúsculo.   ¡Bendita bendición bendecida! ¡Bendita, bendita! Luz bendita. Bendita muerte. Moribunda bendición. Ingenua culpa impura. Pura rendición de lo bendito. Bendita mi sed. Bendito enloquecer… Ferviente bendición del Ser. Escapulario bendito. Vocabulario maldecido. Bendita mi razón. Bendito anochecer. Bendita tu casa. Bendita bendición rendida. Mi espalda llora. Más la lumbre húmeda. El Padre sentencia: ¡Han quedado bendecidos! Todos vociferan: ¡Benditos, benditos, benditos!

Santidad

Santo es el velo de mi devoción. Oh, Santo el resplandor que respalda tu asunción. Santo en las alturas, oh, mi Señor.   Perdona mis pecados, Dios. Santa es tu palabra, como santos son mis delirios.   ¿Dónde estás, Señor mío? Me deleitas en silencios. En la soledad perpetuas tu magnificencia de alivio.   Salva a mi madre, oh, Padre. Tenas es tu ambición de lo divino. Nacientes son mis plegarias. Santo eres, y santo es tu rocío.   El fruto prohibido de olvidarte. La nula empatía de negarte. Caen mis ruegos, cae mi sed. Testigo de mis actos y mi ser.   Cae la noche, surge el pecado. No puedo evitarlo, soy el reproche. Pero santa es la tentación. Santísima es la estela, con tus vinos y tus albores. ¡Oh, Santo es el velo! Bendita tu rencarnación. El velo se ha desgarrado. La bendición me espera.  ¡Anhelo mi salvación!

Fe redimida

Iniciación desquiciada. Blanca eternidad desvalijada. Desfibrilación de lo auténtico. Mis palabras cantan. Mis latidos crujen.   Rara y sumisa, mi religión enfatiza. Lúgubres son mis rezos. Diáfanos son mis azotes.   Mi iniciación se acerca. Mi virginidad me despoja. Frailes sedientos de carne. Mis lágrimas se vuelven benditas.   Penetración forzada entre muros santificados. Los crucifijos tiemblan. Los rosarios están ocultos.   La santidad me alcanza. El valle de lo eterno se ausenta. No hay trascendencia. No hay benevolencia. Solo un Dios que mira. Solo un demonio que atestigua. La sangre me pontifica. Mi cuerpo sobra. Sombra expuesta del pecado. Expiación consumida. Ya no hay sufrimiento. Solamente queda; mi solemne y fortuita, Fe redimida. 

Estela

  La luz de amarillosos destellos y en ocasiones con ligeros tintes de un rojo mezclado con un tono naranja, iluminaba su espalda bien marcada, descubierta totalmente desde la vista del techo de la habitación. Una habitación descuidada, mal oliente, con rezagos del tiempo de paredes y muebles descuidados, grandes manchas negras imperaban en la decoración. Los gritos se hicieron presentes, ahogados por la almohada roída y vieja. La gotera del grifo del baño acompañaba la armonía de los gritos silenciados. Su presente y su futuro fueron arrebatados en presencia de sus seres amados. No pudo despedirse, todo sucedió de manera casi instantánea. Estela, aún recordaba su nombre. Un nombre que poco a poco le han hecho olvidar. Estela fue secuestrada mientras yacía en el asiento del copiloto mientras el tráfico de la carretera se hacía a relucir. Sus dos hijas cantaban canciones infantiles. Su esposo tomaba la mano de ella de manera un tanto romántica y juguetona. Ambos se miraban en un hilo de

Devoción

Inherente desintegración deshilachada. Convergencia de lo áspero y de lo impropio. Al ras de hierva santa, mis cantos aguardan. Luz que nace desorbitada de lo impío.   Desprestigio sagrado de lamentos. De lo roído nace el alba. Tierra descolorida que aclama. Despotricados yacen mis tormentos.   Luna apática. Sol incongruente. Agua que profana. Oscuridad envilecida.   El oro corrompe sus alabanzas. La sed induce al misticismo. El hambre genera turbulentas guerras.   El pontífice yace desnudo. La devoción es su lamento. La quietud se aquieta en rezos. Rezos desprovistos de germen, germen primero de la estancia, estancia de lo bíblico corrompida.   ¡Ha caído Dios! ¡Y junto con él, mis desvaríos! 

Danza mística

Danza mística de lo desconocido. ¡Qué son diez años junto a la eternidad! ¡Qué es un respiro frente a la exhalación eterna! ¡Qué es la imagen ante la multiplicidad dimensional! Conversación frente al Ser… Ya no hay yo. Ya solo hay consciencia… Desintegración del Yo en la aceptación del Ser. El fuego que aclama la luz. La oscuridad emerge… Nada en la nada, el Ser oculto. Inmenso en su no Ser, dejando así al Ser absoluto ser en sí mismo. Deslumbramiento cruel y divino. Ya no hay sentidos, solo el brillo, el brillo de lo eterno, el brillo de lo absoluto. No es muerte, es aceptación. La aceptación revelada de lo oculto. ¡Dios, déjame acariciarme! ¡Déjame sentir la carne que desea, que anhela el placer de así sentirla viva! ¿Y si me diera por tentar a la tentación? En mis poemas van mis pecados… va mi salvación… van mis lamentos… Oh, apiádate de mi alma. Mi humanidad me corrompe. La oscuridad me abraza. No siento tu calidez. No s

Desquicio

  El desquicio de pensar en volverme un engendro de la locura, deseando no caminar en malos pasos que promuevan una nueva e insana cordura. Matar al vecino ruidoso, perforar el cráneo del niño gritón de la calle. Cocinar el corazón de aquel bebé llorón. Tejerme un vestido de piel humana a quien complazca la impropia sensación de impertinencia de no compaginar conmigo. Volarle los sesos a los motociclistas que circulan y circulan por mi amada morada. ¡Quisiera degustar su carne! ¡Quisiera embriagarme con su sangre! ¡No, no, no puedo recaer! No sería ningún logro colgar un cráneo más en la sala. ¡Pero qué ganas! Esas, las de perforar las pupilas de aquella mujer narcisista. ¡Pero qué ansias! Esas, las de castrar al pobre tipo que maltrata a sus mascotas. ¡Tengo sed! ¡Mucha sed, de justicia social! ¿Qué sería de la muerte sin la venganza? ¿Y qué sería de la venganza si no acaba en muerte? Las de ellos, sus vidas, contra la mía, que se alza en ganas de forzar lo que no se puede evitar. Est

Florecer de olvido

Cosecha próspera de olvido. Ásperas fueron las semillas, las que enterré en tu vientre. Fecundación de alma insana.   Quisiera ser la espada blanda. Y así atravesar mil montañas. Para así regalarte mis hazañas. De entre latidos que se agrandan.   Quisiera ser jarrón de flores para con mis lágrimas refrescar tus tallos secos y desgastados. ¡Qué dicha sería, al fin! Florecer de olvido.   ¡Mi tierno amor zángano! Ya no crezcas y ya no vengas. Entre embargos nos despedimos. Más los ritos que supieron a gritos. ¡No vuelvas, no vuelvas! Mi dulce sensación de olvido.

¿Por qué escribir de amor?

¿Por qué escribir de amor? En un país que ama la indiferencia. ¿Por qué escribir de amor? Si ya nadie cree en lo romántico. ¡¿En qué momento?! Las personas nos volvimos simples objetos de consumo; desechables, reemplazables… ¿Por qué escribir de amor? A quien no se deja ser amado. ¿Por qué hablar de amor? Si se ha decidido no agudizar el oído.  ¡Qué insensatos! El amor no gusta; y ya solo se aman los cuerpos ingratos. ¿Por qué amar a alguien? Si solo nos amamos a nosotros mismos.  ¡Cuánto le cuesta al Yo amar! A alguien más allá del Ego. ¿Por qué aborrecer un poema de amor? Si con la poesía se ama mejor. ¿Por qué no gritar de amor? En un país de corazones sordos. ¿Por qué insistir con el amor? Si ya nadie insiste en ser amado. Amar a quien no nos ama. No amar a quien nos ama. ¿Por qué buscar el amor? Si nadie quiere ser encontrado. ¿Por qué escribir de amor? En un mundo de valdíos y sin razón.  ¿Por qué leer de amor?  Si ya to

Tu adiós fue mi tumba

Anhelada degustación anestésica. ¡Cuántos caprichos! ¡Cuánto desdén! Traen consigo los alaridos. Alaridos de campanas… Campanazos de sangre y tinta. El amor acaba junto al silencio. Ese eterno adiós en la estación de tren. Ese eterno tren sin retorno ni vaivén. Mis alas ya no relucen. El viento dejó de acariciarme. Tu adiós fue mi tumba… Ahora no sé quién soy. Soy un derrumbe de anhelos. Soy el consuelo de mi padre. Soy la empatía no deseada. El tiempo se pausó en tu retirada. El tiempo ya no avanza sin ti. El azúcar sabe amargo. Mi café solo sabe a desdicha. ¿Quién soy yo para pedirte que dejes todo y regreses? La máquina del tiempo se desvanece. Mis suspiros te alejan más y más. ¡Qué impotencia, no ser más! ¡Qué tragedia, no amarnos más! ¡Qué agonía, saber que no volverás! El adiós es un sepulcro. Tú última mirada, más tu último beso… siempre serán mi féretro. 

Amor impertinente

Confusos y desobedientes son los amorosos risueños. Que ríen sonrientes por debajo de un cosmos que sabe sábanas. Sentir tu sonrisa en mi rostro, incrustada en alientos cortos. Sentir tu mirada en mi mirada. Nuestros besos se volvieron capas. Nuestros suspiros se volvieron íntimos. La intimidad de hallarnos expuestos. El aire de la desnudez nos corrompe. La luna ilumina nuestros labios. Nuestros labios iluminan la vida. Amor, motor universal. Comensales expertos de latidos. En tus latidos van también los míos. Entre sombras nos iluminamos. Entre el goce nos evaporamos. Nadie sabrá nunca lo que no fue. Y todos sabrán siempre lo que fue. Ruines y valientes, nos apodaban. Tiernos e indecorosos, nos gritaban. Nuestro tierno amor en el vendaval. Extenso en nuestra separación fluvial. Fueron bastas las caricias. Fueron escasos los te amos. Se alzan al fin las sábanas. Y con el tiempo desobediente, sólo quedaron nuestras cenizas, las d

Vida mal vivida

  Desaventura catártica, esa la de tu dulce sonrisa relucida. Acuden tus zánganos testigos, fieles a tu devoción peregrina. La rancia textura de tu voz aclama sincera, un diluvio exacerbado de fórmulas nítidas, un tanto frías, un tanto álgidas un tanto planas y románticas. El son es tu ritmo y tu canto el corazón. ¿Cuántos poemas serán testigos de mi frívola petición? Los canarios de porcelana ya no cantan, solo aguardan. Dejaste la jaula abierta y junto con ella: mis suspiros. Tu aroma refuerza esta angustiosa soledad. Tu taza de café sigue fría. Mi corbata yace quieta. La amenaza es constante, frente al desazón de mis crudos desvaríos. Calló y cayó la noche. Mis letras se estancan junto al silencio que me abruma, que me consume, que me acaba, así, como el final de una vida mal vivida.  

Maga

Lúcido incoherente con razón. Destellos de momentos ruines. Melancolía cognitiva de la luz. Es tu mirada un acervo lúcido.   Razón ruin destellada y fugaz. Aseverada cognición ciega. Vástago delirio de pulsión en sincronía reverberante, tú.   Se alza la lluvia y se apaga el sol. Tierra tierna enterrada; cruz. Sombras de lumbre me hielan. Orgasmo estelar desprogramado.   Nuestros pechos cantan adiestrados por el momento. Tropiezan y ríen nuestros espíritus. Ourobóros de garganta profunda.   Despellejo de almas húmedas. Secreción de nubes en contraluz. Te alzas, te acuestas, sin voz. Introspección de labios gruesos.   Salvaje lengua suave. Nuestro alimento está servido. Tú callas y yo grito.