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Mostrando las entradas de octubre, 2021

Máscara sobre máscara

Es difícil no llorar palabras. Ahora lloro palabras en vez de lágrimas. Mis letras ya no son esperanzadoras. Se han vuelto decadentes. La decadencia envuelta en el absurdo ideológico inmoral, ante lo absurdo disuelto en la humanidad. Me siento lejano al cuento, la fantasía o ciencia ficción. La vida misma sea ha vuelto irreal. Ya no siento espacio para otra insignificante segunda vida inventada. Second life : el absurdo aumentado a dos; máscara sobre máscara. Las letras me van quitando pesadez. No en un sentido de alivio. En un sentido de vacío existencial. Se vuelve más amplio, más desvirtuado del Ser. Dejándome cada vez más ausente de sí mismo y de mí mismo. El río cambia junto con mis letras. Pero el vacío, solo aumenta; cada vez más mis más delirantes desvaríos.   JNR

Susurros vueltos polvo

He invertido en ti mis más confrontadas palabras. Y el tiempo ya no las ajusta al pulso endeble de mi corazón quebradizo. Se vuelven agua los días. Las hojas caen, pero no salpican. El pájaro canta desafinado. Como un lienzo olvidado, luzco pálido en la sombra. Se desmorona mi insistencia necia. En un tumulto de flores marchitas, flotando en las aguas negras; un tanto turbias. Mi nombre ya no me pertenece. El disgusto se ha vuelto vicio. Me comparo entre luces que me deslumbran. Soy un bulto de cosecha muerta. Ya no hay sonido, solo la vibración; de un corazón que se rompe. Rota la tarde y se quebranta la noche. Voy sin rumbo, pero acelerado, a un vaivén de susurros vueltos polvo.   JNR 

Utopía minina

  He salido de mi casa y ya no hay disparos, ahora hay gatos, ya no hay violencia, ahora hay sonrisas. El dinero ya no existe y cambiamos servicios y productos con el único requisito de ser amables. La amabilidad es el nuevo efectivo, quien más amable es, más valioso se vuelve. Ya no hay malas noticias, vivimos en un mundo donde no ocurre nada que nos preocupe. No hay clases sociales, todos tenemos las mismas cosas, nadie aspira a tener más. Se come diciendo gracias, nadie come mejor ni peor, todos simplemente comemos. Ya no hay golpes, hay apretones de manos. Eso sí, hay mucho sexo, hay distintas horas dedicadas al día a tener coito. Y es oficial, como si fuera la hora del recreo, así; las horas de fornicar. Somos un planeta de bien cogidos. A los solitarios, se les asigna un ente de inteligencia artificial designado para querer. Nadie está solo. Y quien no quiera de plano ninguna compañía, no se le obliga a tenerla. También hay personas muy felices solas. Y en la hora del coito, acud

Ebrio de soledad

El silencio llora al cielo quejumbroso entre tormentas. El frío yace paisaje en el arrabal distante. Soy la niebla envuelta en vino. Brazas de fuego mutilan mi mirada perdida. Hay un cuervo que camina con alevosía entre los libros. Los lee sin dirigirme la mirada. Caigo en cuenta de mi posible y burda ebriedad. Somos él y yo, distantes. Él en su mundo de libros, y yo tan ebrio de soledad.   JNR

Muerte absoluta

  Sostengo en la mano un cúmulo de decepciones que me limitan a querer dejar de suspirar. Soy como un barquito que depende del curso debido a la tormenta provocada por el corazón de un mar que nunca he comprendido ni comprenderé. Mis manos ya no aprietan con fuerza aquel sentimiento de impotencia ante la precariedad de pensar al destino. Navego en la constante niebla sin rumbo fijo. En momentos, los rayos del sol tocan mi piel por una brevedad de segundos, y justo en ese momento, regresa un pequeño suspiro peculiar que yace oculto en mis adentros. Levanto mi rostro hacia las nubes mientras el rocío de la brisa se enquista en mi cara relajada. Pero son instantes, el sol vuelve a desaparecer y la tormenta reclama su protagonismo. ¿Hasta qué punto la repetición de nosotros mismos nos permite salvaguardar nuestra más íntima cordura? Despierto y ahí estoy puntual conmigo mismo, soportando mi propia compañía, que no es mala, pero estoy atado a ella. La muerte no ha sido amable con personas q

Dejar de ser

Ya no puedo ver caminos claros, ahora veo, una multiplicidad de bifurcaciones. Callo, cierro fuerte mis parpados. Ya no hay calor, ya no hay compañía. Caigo. Tropiezo. ¿Qué mas queda, más que tropezar? Las aves pasan, pero ya no cantan. Todo se aleja. Mi sonrisa. Mi tristeza. Mi agonía. Y mis fantasías… Soy un espasmo en la penumbra. Un suspiro pausado. Soy la banca de parque, en la cual ya nadie se sienta. Qué ganas de ser, Aunque sea: esa piedrita que patea el niño juguetonamente. ¿Quiénes somos ahora? ¿Quiénes pretendemos ser? ¡Cuánta ansiedad! En ese futuro incierto. Ya se ha vuelto costumbre… Ahogarme en incertidumbres. El pasado yace incierto, y el presente solo es sin ser. ¿Qué más hay allá fuera? ¿Dónde está? Esa turba enardecida que quema al monstruo al final de las historias. ¿Dónde están esas antorchas? La alarma suena… Vuelvo a despertar. ¿Por qué los días parecen ser los mismos? Sigo jugando, en

No te vayas, muerte

¿Dónde estarás? Cuando el viento no me salve. ¿Dónde estarás? Cuando el viento borre mi nombre. ¿Dónde estarás? Cuando mis susurros ya no alcancen, y la luna brille en mi ausencia. ¿A dónde irán? Todas esas lágrimas tristes. ¿Quién recordará? Mis miradas más dulces. ¡Cuánta dicha y cuánta pena! Soy la voz que ya no suena, entre las cenizas prófugas. El sol ya no acude a su atardecer. Se fue con mi muerte para no volver. Soy el hastío insistente que abarca la sonoridad centellante. Por fin he dejado de soñar. Y me encuentro despierto, en el reino de las almas. Almas que vagan en un espiral eterno y sin retorno. En un movimiento que da orden al todo. Muerte, cálida compañía. No te vayas, muerte. Que sin ti,  yo no sé qué haría.    JNR

¿Dónde estarás?

Hubo un misterio en tu mirada que no me atreví a interpretar. Un brillo tenue que solo tú hacías palpitar. Grandes fueron las zanjas que rodearon tu mirada emperlada. Sujeta a mil opiniones que resguardaron mil laberintos. Quien se sumergió, no salió ileso de emociones cálidas. Fueron bellas las ilusiones que abrazaron tu complejo de no mostrarte fuera de aquella gran fiera. Me miraste, y te miré. Surgió una mirada de ambas miradas que se vieron coquetamente. Fuimos algo en un instante que se perdió con el primer pestañeo de aquel funesto atardecer. Fuimos fugaces en la eternidad de la memoria. Hoy nuestras miradas son cenizas. Ceniza prófuga que el viento prolonga. En el distante y lúgubre cementerio. Mis flores abrazan tu cripta. Polvosa y escondida. Hoy nuestros besos ya no existen. Yo atrapado en la existencia vil. Y tú, ¿y tú? Esa es la pregunta. ¿Dónde estarás…?   JNR

¿Quién soy últimamente?

Un mar de lágrimas corrompen mis mejillas secas, donde no esperaba que fluyera un río de tristezas, cayendo con pureza. ¿Quién soy últimamente? ¿A dónde partirán? Todas esas lágrimas derrumbadas. El llanto brota y mi sonrisa calla. Calla tu ausencia arrebatada en un manto que acobija mis susurros. Son contadas las batallas que la melancolía brota desalmada. Chocan las espadas; reblandeciendo las propensas heridas que el destino acumula en una parvada de aves mudas. Rueda la sentencia de mis más íntimos pecados. Suenan las cadenas que me atan a un corazón que palpita y ya no me ama. La lejanía de tus besos se vuelve arena. Arena vuelta tumba en el desierto de tus caricias. Que yacen vivas pero ilusorias. Ya no te preocupes más. Mis lágrimas están cesando con cada canto desencantado. Mis susurros se han vuelto un llanto alegre desenvuelto. Ya no me verás nunca más; pero escucharás más, sin embargo, como sentencia fugaz, mi

Un ramo grande de nubes blancas

Al tiempo le acompañan rosas; Rosas que se arrastran dando vueltas, dentro de un callejón corredizo y sin vereda. El paisaje plasma mis deseos perdidos. Deseos que se incrustan en mi mala memoria. Quisiera borrar algunos elementos de aquel boceto que no se siente tan yo. Un yo que ya no se siente tan enamorado. Las rosas con sus pétalos caen a un costado. Retumban en cada caída como azote de puertas. Los miro con ternura caer uno a uno al suelo. Algunos se aferran, pero le ayudo al ramo; a despojarse de cada pétalo incrustado. Finalmente seden… Ahora tengo un ramo de ramas sin rosas. Rosas que yacen con sus pétalos caídos. Tristemente alojados en el piso sucio del barandal. Ya no sé, si sienta amor por alguien más. Mis amores yacen en el suelo. Ahora solo sujeto un ramo sin rosas. Pero lo alzo frente aquel paisaje fresco. Aquel ramo se empalma junto con las nubes. Simulando ser un ramo de nubes blancas. ¿Será así? Dejar de amar a personas

Alma mía

  Tener y ser, ser para dejar de ser, en el sufrir para llegar a tener y ser, sin dejar de ser. Compréndeme alma mía, yo no atesoro suspiros que rasgan en mi lejanía, esa de hallarme algún día muerto en vida; pero cosechando mis más sufridas y manchadas alegrías. ¿Quién soy yo? Para exigirte que arrastres un poco el viento en mi rostro pálido que ruega por una mínima brisa de humanidad compartida. Voy componiendo susurros que almacenan tesoros brillantes de lamentos. Lamentos que ya no lamento y lamentaré cuando todo termine. La muerte aqueja sin virtud y sin desmedida. Caen las gotas en un laberinto de promesas rotas. ¿Y quién se va a atrever a suspirar cuando yo al fin ya no esté? ¿Quién va a contemplar las desdichas que el mundo aguarde? Mi más filosófica contemplación corre el riesgo de hallarse absurda en un río absurdo y, un tanto basto. Basto de autores y reglas burdas. Hasta la náusea, tiene nauseas de tantas indecisiones mías. Quisiera unas migajas de esa basta dignidad gnósti

Fragancia sabor a esperanza

  Quisiera llorar mis más vagos lamentos en breves y discretas sonrisas, para así reclamar mis más íntimos anhelos de olvidar quien fui y poder amar a quien quiero ser en un cúmulo de lágrimas con fragancia sabor a esperanza. Quisiera plantar la fe en cada momento y encuentro desafortunado que me depare la vida. Quisiera tener la certeza de aparecer casi como de instantáneo: una sonrisa frágil pero sincera en cada pedazo roto que la vida me regalará a partir de hoy. Con ello, no invito al destino a ofenderme en un vaivén desalmado permanente. Ya que mi estancia en el ahora no será permanente, permeará en un breve diluvio que nadie entenderá en su causalidad natural. Seré esa oscuridad, nulamente develada por el grito de mis susurros ahogados. ¿Por qué nadie romantiza a la muerte en sí? Si es ésta la que nos recibe con un beso demasiado íntimo al nacer y llegar al mundo. Somos mutuamente breves amantes hasta que llega su beso final. Espero poder recibirte cuando decidas arribar en un es

¿Qué hay en el viento?

  ¿Qué hay en el viento, sino más bien caricias? Caricias que se acurrucan en cada uno de mis suspiros vacíos. ¿Qué hay en el viento, maldita sea? Que me obliga a escucharlo en su llanto de adverbios invisibles en cada una de sus líneas casi imperceptibles. No hay razón en lo descomunalmente desconocido, aquello que trasciende, aquello que traspasa el espacio y tiempo. ¿Qué hay en las palabras que el viento arrastra en la consciencia eterna del ser que prospera en su búsqueda ilusa? Hay un camino hecho de piedras que no tiemblan, yacen fijas y discretas para cada tropiezo de mi lengua lenta. Las velas no bailan en su armonía cotidiana con su amada sombra. La lluvia quita al silencio de su agonía estática. ¿Quién seré después de leer este poema? Quisiera ser alguien más después de terminar de leer cada verso al viento fijo en su tinta escrita. Qué envidia poder entrar en las entrañas de un poema y salir como alguien nuevo y desconocido, no por ello mejor o más sonriente. Incluso, más gr

Carta a mi cadáver

  Quién diría que alimento a un futuro cadáver que no sentirá hambre nunca más. Qué contrariedad en su misterio de estadía finita comprende nuestro ser humano en el mundo de la vida y la muerte. Se compra ropa que no vestiremos en muerte. A lo mucho, solo ropa presentable cuando estemos presentes en un ataúd. Y es que, las veces que me he encontrado frente a familiares o conocidos en su modo cadáver. Siempre me surge un pasado envuelto en imágenes de dicha persona cuando yacía viva. Por ende, ahora que veo a los vivos y, a mí mismo. Me genera intriga cómo será nuestro estado de cadáver. Es como un análisis sobre la frase típica de: “Quién diría que iba a acabar así fulano o mengana”. Y con base en eso, qué valor adquiere todo el esfuerzo en adquisiciones materiales cuando ya estamos en ese estado de putrefacción previo a ser incinerados o enterrados. Quién diría que hoy siento algo que ya no sentiré nunca más. Seré un cadáver sin sentimientos y sin capacidad de sentir. No habrá hambre,