Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2023

Palabra injusta

¡Qué injusta, la palabra! ¡Que no alcanza al pecho donde vaga el alma! Injusta es la hora marcada; la que brota en pulsos, deshonesta y mal lograda.   Palabra pálida, deslumbrada… vuelta injustamente injusta. Destartalada se asoma y un tanto atolondrada, ya casi como si no deambulara nada.   Aire injusto donde promulgas tu basto busto de canalladas. ¡Qué injusta es la voz que callas!   ¡Ese maldito silencio que propagas!   Y es que tú haces sombra la palabra. Sombra quieta que falsea y comulga destellos de palabras viles e injustas.   Justicia justa abnegada y desalentada yacen tus gestos vacíos de palabras desdichadas.   ¡Qué sombras tan injustas que nadie habla!

Danza, bailarina, danza

Danza, bailarina, danza. Santifica tus pecados en arabesque. Arduo es tu desgaste de punta y talón.   La danza, el baile, tu gestión de allérgo.   Tus párvulos gestos desembocados. Tu sonrisa asíncrona y obligatoria. Tu vestuario de racimos coloridos. Tu ritmo arrítmico entre sincronías.   La atención es tu vocación. Solución para tus males mitómanos. Tu desgaste es el esfuerzo recompensado en cientos de aplausos que, olvidarán tu rostro, tus pasos, tu nombre…   Danza, bailarina, danza. Promueve esa sonrisa tierna y franca. Deslumbra al indiferente desembocado. Ajusta el metrónomo de sus aspiraciones.   Temprano y sin tardanzas, la demolición prófuga de tu firmeza, entre andanzas y vestuarios te calzas.   Te vuelves eterna, te vuelves fraterna.   La agitación es tu alimento. Tu contemplación son mis favores. Te vuelves presa de pensamientos. Aquellos; los eróticos y seductores.   Anda, danza, anda. Me agitas, me enciendes,

La larga luz de contemplarse

La larga luz de contemplarse. Hallarse marea frente a la piedra. Revelación divina, constelación constante de un pulso que navega, sobre un telar de estrellas, cruzan un billón de constelaciones bellas.   Somos ruines en la templanza. Ser lo que no somos para no ser. Deambulación fatídica de egos. Catapultas que derriban el Télos.   Degradación profana de los sentidos. El derrumbe es nuestro destino. Masa pensante que se contempla. Somos un Aquiles en mil talones.   Embriagados de conocimientos que se borrarán tras la muerte. Muerte que nos mira fijo, muerte, que nos contempla desmesuradamente.   Somos los huesos roídos que caminan.   Somos testigos de lo divino, que desafortunadamente no nos salva. Heridas que sanan frente al fuego. Fuego que nos hará cenizas. Cenizas que algún día serán parte del todo y de la nada vacía. Vacío que volverá a dar vida. Nueva vida de comienzos. Vuelve a comenzar: La larga luz de contemplars

Artificio despiadado

Deseoso de silencio, así, perspicaz y discreto.    Aborrecible tormento, más, la renuente astucia callada.   La noche parece ahogada entre lamentos desatendidos. Ni tú llamas, ni mi orgullo aclama. Somos dos tristezas ofendidas.   Ajenos nos volvimos, como dos piedras cayendo en un barranco visto por sordos. Los diálogos se volvieron ajenos.   Nos encanta respetarnos y dejarnos en el olvido. Un olvido respetuoso, siniestro. Nos convertimos en aquellos, en los amigos propensos. Dispuestos a no ir más allá.   Me siento cansado, sin alas.   Cansado de fingir la mala amargura. Cansado de migajas de amor. ¡Quiero la carne enaltecida! ¡Quiero las caricias desvividas!   ¡¿En qué momento?! La vida se volvió despecho. Mis pasos, ahora son tormentos. Mi alma, ahora se siente tersa.   Mis suspiros están cargados de lágrimas, como balas que agonizan, y que disparan entre cornisas.   Tu amor era un navío sin piloto. Me instal

Mar negro

Racimos diluidos en un mar negro,   más los embrollos fortuitos de armas.    El alba ebria de cientos de olas negras.   Búsqueda de una sombra en lo eterno.     La piedra ha sido arrojada… La herida se va haciendo más profunda; más expuesta, más ensangrentada... Las voces desaparecen en mi garganta.   Un sueño que nunca se dio. Una realidad consumada en sueños. Lúcida sensación de pestilencia, sumida en barcos que no navegan.   La gran serpiente esparce su veneno. El cielo comienza a desgarrarse. Tus caricias lucen más lejanas. El adiós de un cuerpo difuminado.   Las criaturas marinas me abrazan. La superficie se va tornando borrosa. Los dientes como cuchillos se hunden, sobre un cuello que nunca se posó en ti.   No hubo discursos, no hubo palabras. Solo una tierna mirada que volteaba. Solo un suspiro de mil encuentros. Encuentros de tesoros sobre el mar.   ¿Mi error...? Enamorarme de un pirata.

Contienda de lumbre

Imagen
                                                                                                            “La vida es una guerra sin tregua,  y morimos con las armas en la mano”. (Arthur Schopenhauer)   La rutina del choque de espadas hizo denotar a las nubes en el cielo como si fueran simples pedazos de algodón inofensivos en aquella tarde. —¡Hoy toca morir, caballeros! —exclamó el Rey. —Estoy planeando mi muerte desde que nací. —murmuró Erik entre dientes, antes de escupir sangre al suelo. El combate continuó, las espadas se hundían con tal brutalidad como si sus hojas exigieran sangre a gritos, los filos de dichas armas; gotearon en la tierra de manera lenta, mientras la multitud aplaudió el esfuerzo de cada contrincante. El Rey Huk miró al cielo meditabundo, el cielo se convirtió en un espectáculo eléctrico de destellos. El Rey dueño de todo y, más allá del reino de Agambent, se puso de pie y exclamó: —¡Acaben de una maldita vez! ¡Quien muera hoy no me interesa!

Los descarados

Desdichados egos de nuestros vaivenes. Caras alzadas, más los rostros de apatía. Síntomas inconclusos de frívolas rebeldías. Desapegos fortuitos de nuestros desdenes.    Somos la escarcha vuelta varias máscaras. En nuestros ruegos hidratamos las anomalías. Fresca es la distancia de nuestros fríos torsos. Rostros marcados llenos de opulencias vanas.   Nos acariciamos entre tiernos trastornos. Nos distanciamos entre las sanas heridas. Nos olvidamos con el cuchillo en el corazón. Nos fastidiamos en plenas locuras románticas.    Somos un coctel revuelto de narcisismos. Las múltiples rabias atendidas de entusiasmos. Falsas fueron las risas entonadas de avaricias. Falsos fueron los crueles tratos de malos ratos. Eternos fueron los distantes e insanos abrazos.   Somos los descarados, aquellos... que se prometían eternidades desvividas. Salvajes eran las complacientes soledades. Desvividas fueron nuestras fieles traiciones.    Nos convertimos

Los olvidados testigos

En tus descaros descansan mis más sinceros arrebatos. Me convertí en testigo; un contemplador de olvido.   Fuimos demasiado sinceros. Las palabras quedaron marcadas. Como quemaduras que no se calman. Como aleteos desprendiendo al alba. Fuimos crueles y terriblemente justos. La actuación del olvido nos queda bien.   La cama ya no rechina, ya solo rechinan los recuerdos. ¡Qué distantes son nuestros labios! ¡Qué invisibles se volvieron las risas! Vagamos en parejas que no sacian. Nos enloquecemos al imaginarnos.   ¡Qué necedad la de fingir desamor! ¡Qué miseria fingirnos apasionados! Somos distantes, pero no olvidados. Fuimos cómplices y además testigos. Fuimos cobardes de nuestros delirios. Fuimos cosecha inmadura de campo. Fuimos un campo seco de lirios. Fuimos los lirios enamorados de noche. Fuimos la noche que nunca olvidaremos. Somos olvido fijo ante el secuestro. Somos el secuestro de nuestra necedad. Somos la necedad jamás

Ocultación desbocada

  ¿Por qué callar los recuerdos si en ellos nos despojamos de lo vivido? Nuestra divagación constante de eternos suplicios que; buscamos en cualquier lugar, en cualquier cosa, en cualquier persona. Somos seres incapaces de mostrar qué hay debajo de lo oculto. Ocultación desbocada y plasmada en enseñanzas que aprendemos del vulgo mundano; que vive de mentiras, de hipocresías, de apariencias. Somos los falsos camaleones que imitamos de la manera más pobre, sentimientos que nunca podremos comprender en su totalidad. ¿Qué sería de nosotros si no existiera la palabra “amor”? Seríamos simples simios esparciéndonos por el globo terráqueo de manera despiadada. Pero, en el fondo, ¿eso no es lo que hacemos con la máscara del Amor? Con esa mentira bien encumbrada, bien argumentada, bien establecida y jamás cuestionada. Y los que han llegado a cuestionar al amor, son mal vistos por los enamorados. ¿En qué momentos dejamos de cuestionar lo que “más nos hace felices”? Ese sentimiento que genera odio

Encarnados

Tu sonrisa acobarda mi calma. Luz de pecho que rechaza la caricia. Sol y luna desbocados en inmundicias. La tristeza nos embriaga las letrinas.     El río de tu sangre brota y resuena. La hierba sí entiende a nuestros cuerpos. Las luciérnagas alumbran el momento. Momento de humedad y de consuelos.   Los ruegos ya no bastan, pero van sobrando los lamentos. Lamentos de realidades pasmadas a través del tiempo que se abalanzan.   En tu piel se incrustan mis letanías. En tu boca descansa la vida. En tu vientre aguarda la balanza. Balanza injusta de alabanzas.   Mis despidos ya no palidecen. Mi insistencia ya no aguarda. Nuestras masturbaciones se abastecen. Nuestros líquidos ya no bastan.   Solo quedaron nuestras tentaciones. Tentaciones olvidadas tras bendiciones. Bendiciones esparcidas no concebidas. Concepción no aprobada por rendiciones.   El sonido de los grillos nos recuerda, que la naturaleza siempre nos espera. Donde no