Entradas

Soy poesía

La poesía… canta y baila. Se aquieta, se asombra, se rompe, se pega, se enfría, se ornamenta.   Fruta sin sabor. Sabor común desvanecido. Tierno bagre incoloro. Vástago cielo enrojecido.   La poesía es roja, a veces amarilla, y en ocasiones: un tanto enloquecida.   Soy marea, soy poesía… Soy letras en palabras que nadie mira.   JNR

¿Quién soy cuando escribo?

  Cuando escribo soy antes que nada mi primer lector instantáneo. Comando órdenes y las ejecuto, las vuelvo trazos estéticos en la simplicidad del papel, que posteriormente quedan grabadas en un universo digital que se expande a lo infinito. Soy un disipador electromagnético, que calma la temperatura al borde del incendio, y que son capaces de propagar las más fugaces ideas. Mientras escribo se siente una melodía que comienza una tormenta de lo más estruendosa; pero, que va de menos a más. Escazas gotas de música fluyen hasta convertirse en un chubasco de notas musicales escritas. Soy un cirujano de la imaginación que cura las heridas de la realidad. Intento ser el director de orquesta que culmina satisfecho al terminar cada obra musical escrita en palabras. Quito la cáscara de mi intención literaria, desnudo los gajos textuales que escurren y palpitan las más íntimas semillas de mi amor por el oficio de escribir. Me convierto en telescopio y trato de descifrar el orden cosmoló

Falsas reuniones

  Ahí estás, Manrique; sentado en medio de todos, siendo el foco de atención, no por cierta idolatría o un genuino carisma, sino, por mera conveniencia donde todos te tienen que dar una buena cara, o falsas sonrisas por tu dinero y lo que conlleva tu extraña “familiaridad”. Atendiéndote como invitado de lujo. Ahí estás, Manrique, con tus repetitivos comentarios de cada reunión. Eres como un muñeco con sus frases predispuestas; vacías, llenas de poca originalidad, cayendo en lo común de tu estirpe de creer que conoces a los otros, y que eres mejor que todos. Creyendo que tu estilo es “único, original y de buen gusto”. La cena ha cambiado este año, ya que cambiaste de gustos alimenticios, y nuestros anfitriones, aman complacerte, aunque a tus espaldas no les importes ni un carajo. Hay, Manrique, ahí estás, con tu ego de mierda, el cual todos tienen que soportar de manera tan falsa, y que a tu narcisismo le impide apreciar; la falsedad de reacciones provenientes de tus receptores. Se dice

La vida me rebasa

La vida me rebasa y me supera la vida. Cánticos distorsionados; acercándose y alejándose, desde las grises junglas. Manifestando el tedio de una inmensa supla.   Simples son los sueños y complejas las palabras. Cien bastardos engreídos, siempre acumulando plata.   Descripción perdida, sonora, diluida, empañada. Descripción roída.   ¿Cuándo serán mis últimos días? Distorsión en vida que                     se            mezcla                 con          la dulce membresía. Esa, la de no saber: ¿cuándo he de perecer? Fui arrojado y nadie me ha sacado de este eterno atardecer.    

Brebaje rojo

El cielo comenzó a tornarse color grisáceo, las nubes refunfuñaron enaltecidas su ira al anunciar una ostentosa tormenta que, en su despampanante música de tronidos, nubes dignas de las más salvajes oberturas de una pieza clásica en pleno apogeo orquestal, propiciaron el descenso de la primera gota. La escena acompañó a dicha gota en su viaje desde lo más alto del cielo, hasta enquistarse en la frente del rostro desvanecido de nuestro protagonista, que sangraba, que exhalaba de dolor, más el sonido de cada gota al caer de su cuerpo, en un charco sepulcral estancado por su propia sangre: ¡Ploc! ¡Ploc! ¡Ploc! Los múltiples flecos de cuero con puntas metálicas de aquel látigo fustigante, desgarraron su piel molida, dejándola así expuesta a algunas zonas de hueso lúcido. Ríos y ríos descendieron de cada despiadado latigazo sobre su cuerpo marchito. En su mirada no había lágrimas cristalinas de dolor, sino, lastimosas lágrimas de color rojizo que caían de manera lenta: ¡Ploc! ¡Ploc! ¡Ploc!

Personas

Existen personas. Personas que buscan, personas que necesitan. Quieren ser abrazadas, quieren ser queridas, quieren ser mimadas, quieren ser amadas. Todo quieren, pero no dan nada. Hay personas frías y de sazón caliente. Personas magras, blandengues, escuálidas. Firmes y de frivolidad profana. Existen personas. Personas huecas. Personas lúcidas. Personas bajas. Personas altas. Blanquecinas. Estrechas. Delgadas. Cálidas.  Tercas. Cultas. Rudas. Sosas. Finas. Hay per so nas, que pa re cen d a g a s

Soledad numérica

 Diez libros para salvarnos del hastío. Nueve poemas para besarnos el alma. Ocho canciones para acallar tus gritos. Siete pujidos salvajes en estallido. Seis rasguños en la espalda. Cinco condones bien gastados. Cuatro susurros en mi oído. Tres fumadas al cigarro desvanecido. Dos sorbos hondos de un buen vino. Uno de los dos jamás ha existido.  JNR

Pinturas

Un pasillo oscuro, una habitación sin puerta. Un rostro con grietas y cabello grisáceo. Diminutos pies que avanzan hacia al rostro; que observa, que espera con paciencia. Sus ojos son verdes, sus ojos son dos diamantes. Olfatea, huele mi hedor, el rostro me espera. Me acerco, no es un rostro presente, es un cuadro de un rostro en medio de la habitación. El cuadro sonríe, yo también soy un retrato, un retrato que camina en un pasillo lleno de cuadros. No somos humanos, somos pinturas de gatos, no somos reales, somos gatos pintados. Rostros de gatos pintados en una casa vieja, abandonada. La casa también yace pintada en una exposición de parque. Una pintura de gatos en una casa vieja situada en una exposición de parque. La subasta comienza. El comprador se hace del cuadro de la pintura. El comprador también es un cuadro, un retrato en un pasillo oscuro que se dirige a una habitación sin puerta. JNR

Y si Dios fuera un gato grande

Su maullido se esparciría junto con el viento: Tenue, lánguido y terso. Más su ronroneo descubierto. El mundo sería su bola de estambre; su creación, su juego. Hace lo que le plazca. Santo y divino es su sueño. Grisáceo y de garras blancas. De mirada indiferente: Tierno monstruo complaciente. De fugaz aliento, y siempre hambriento. No quiere vacíos en sus ofrendas. Su profunda mirada es mi alimento. Raro Dios peludo quitameriendas. Tu juguete es la palabra escrita. Felino            insaciable.                             Carnívoro                                             voraz.                                    Félido                    intocable.         Doméstico fugaz. Deja de ignorarme, micifuz adorable, escúchame ya, minino intolerante. ¿Y si dicha premisa fuera real? ¿Y si Dios, y si Dios fuera un gato grande?                                                                                                                     

La leyenda de Villavicencio

Se quitó la olla de barro del fogón, el café estaba en su punto, el rostro de la abuela se reflejaba en aquel líquido espeso de color marrón. La leyenda de Villavicencio daría comienzo junto con el pulular del humo esparcido hacia el foco del techo simulando el espíritu suscitar en nuestros sentidos. Barcelona, 1939, España. El pequeño Carlitos se encontraba jugando con sus soldaditos de hojalata, simulando pequeños sonidos de disparos provenientes de su boca llena de saliva. Las maletas lo esperaban, su padre había muerto, su madre y él, encontrarían refugio en México tras las complicaciones del régimen franquista. La madre de Carlitos lo tomaría salvajemente de la mano, dejando los pequeños soldaditos de latón olvidados en el césped. Un gran barco proveniente de España llegaría a las costas de Veracruz. La mirada de aquel niño sería de asombro, aunque se sentía un sabor de que las cosas no volverían hacer nunca como lo eran antes. Su infancia se quedaría abandonada en aquel jardín de

Colores

  El chirrido de la silla de ruedas sentenciaba mi presencia, sobre aquel suelo de mosaicos relucientes de color blanco. Mi compañera yacía sentada en un sillón bastante hundida, viéndome llegar con su habitual espera casi devotamente religiosa.   —¿Dónde estabas, Jorgito? Nuestro programa ya va a comenzar. —Me cuestionó Raquel un tanto impaciente. —Ya sabes, Raquelita, cosas de rutina. —contesté mientras me acomodaba frente al televisor y desempañaba mis grandes anteojos. Nuestro clásico programa estaba en su pleno apogeo. Las risas grabadas se escucharían de fondo; mientras se enfocaban nuestras bocas risueñas, nuestros ojos húmedos, más el golpeteo de nuestras palmas chocando sobre nuestras piernas en señal de múltiples agrados y consecuentes disgustos. Raquel apagaría la televisión de manera repentina desde el control remoto; un tanto como si hubiera desfundado su espada Excalibur para empuñarla en dirección hacia su contrincante en lucha. Yo, asustado, no intuí ni vi venir

Tierra santa

  Descansan en mis pies descalzos una multiplicidad de ironías; que sangran entre llantos de tierra santa y marchita. Naturaleza viva, alma roída. Música imperceptible para el cuerpo; pero danzante para el espíritu vibrante. En tu ofrenda se alzan mis más íntimos escalofríos. Me observas Y te alimentas de mi ingenuidad. En tu paisaje se arropa un nuevo ser que inhala y exhala un susurro de esperanza. No hay amor más grande entre nosotros, que el sonido de los tambores anunciando nuestro rito para apartarnos sobre el alistamiento de la aurora, que se escapan en nuestros parpados cerrados. Ya no hay un solo yo, Sino juntos somos un yo eterno; que respira bajo el manto del viento que nos mira. El sol decide tomar su camino en el equilibrio de la dualidad, ofreciéndome la noche donde se afinan de manera más precisa los sentidos. Se enciende el fuego en esta última chispa ontológica que da sus primeras brazas donde se crean sombras;

Caigo volando

Canto en el llanto de mis versos al tiempo que se disuelve con cada angustia. Cáscara en el corazón; amada y destruida. Un soplo basta para deshacerme de tus besos en esta íntima y bien vestida algarabía. ¿Quién suspira en las calles vacías ahora? Visto de negro en un eterno velorio de amargura. Risas bobas en mentes destruidas. Solo queda fingir, simples y llanas rutinas. Tintineos de tacitas de té, más el ya no saborearte, ya no desearte, y ya no amarte. Libros abiertos ante ojos ciegos. Derroche de virtud ante un lápiz roto. Un café frío lleno de alborotos. Muerto en vida anhelando la vida. Arpegios de guitarra carcomida. Versos de Pizarnik y cuentos de Cortázar. Sorbos de suicidio y tragos de infancia. Hoy, murmuro voces que no son mías, me retiro envuelto en epifanías. Los lugares que compartimos caminando en risas, ahora son cuchillos que se hunden sin prisa. ¡Cómo dueles a ratos! Hoy ya no están las sacerdotisas. Alguien más ahora le promete ilusion

El hambre

Imagen
      Un cuerpo frágil y hambriento que se arrastra, desvanecido ante el umbral de la hambruna funesta; concibe sus huesos muy pegados a una piel áspera en lucha. En lucha por la vida que se monta sobre sus delgados hombros y espalda expuesta. Como si recitara su última plegaria al oído de la tierra santa y seca. O…, a la tierra maldita que arrebata la vida. Saciar la sed se ha vuelto una ilusión ante el arrebato del viento que solo arrastra tierra y lamentos. ¡Qué desdichada se ha vuelto la humanidad que olvida al niño hambriento! ¡Qué desdichada es la tierra que, ante su venganza cruel, ya no concede cultivo alguno! El niño desvalido monta su frente en el suelo cálido esperando un último milagro. Una gota de lluvia, un viento templado, una hierba fresca que pueda masticar, simulando así que mastica comida de verdad. El infante recapitula su corta vida, sus enemigos constantes siempre han sido la sed y el hambre. Él no quiere juguetes, él no quiere ropa de moda, él no quiere interne

Ilusa

  Con la piel expuesta socavo tu sonrisa, que es ilusa, que es confusa. Enfilo mi daga en la delicada tela de tus encantos. Promoción de orgasmos en labios húmedos y delgados. Tus perfectas aureolas sincronizan nuestros arrebatos. Entre gritos y rasguños, más el encuentro de nuestras sanas caricias. Voy cultivando mi estilo con tu insana fantasía, envuelta entre poses de narcisismo. Mi locura es textual, la tuya es racional… Por favor, no me idealices. Ya que, si intentas descifrarme, desapareceré entre simplezas. Y ante la repetición   de palabras burdas sin emoción, nuestro orgasmo no será limpio. Al contrario, será sucio e impío. No habrá belleza; solo decepciones más malezas. Anda, ponte la ropa y enamórate ante mis torpezas. JNR

Proyecto Afrodix

  Nuestro gran descubrimiento comenzaría en las frías y lejanas lunas del sistema Titan. En un milenario castillo de hielo; donde en sus aposentos, resguardaría antiguos pergaminos un tanto olvidados y llenos de grandes historias ocultas, resguardadas dentro de un gran cofre polvoriento. De lo más destacado y mejor cuidado al abrirlo, sería un título asiduo a nuestra principal atención: El proyecto Afrodix. Tras una de las tantas infidelidades del rey Zeus; la reina Dione, llena de fulminante hartazgo, castraría al gran rey con su gran y filosa espada de fuego mientras intimaban. La reina estaría harta de todos los hombres; desterrando así, a todos ellos a un sistema todavía más lejano y carente de luz. De este acto, nacería Afrodix, de sexo masculino; pero, de alma femenina y de sangre guerrera. Esta…, es la historia de la primera guerrera transgénero de la galaxia Orión. Afrodix crecería en un constante intento de mostrar su valor a su reina. —¡Soy más que un simple hombre, mad

Consumo

El camión es un exceso del yo. Prisa por ir. Prisa por regresar. Prisa por tener. Prisa por gastar.   Consumir, ahorrar, consumir…   Prisa por ser. Ir, regresar, ir, regresar…   Borregos en filas; esperando ser trasquilados en sus ideas independientes. Todos iguales, ordenados por su bien: dinero.   Hacer que la población crea en la crisis económica para que trabaje de más.   El trabajo es el nuevo Dios.   JNR