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Señora "feminista"

Formal o indirectamente, me han llamado un poeta con exceso de disturbios, complejos mentales, narcisismo, prepotente, ególatra, persistente, lleno de verborrea superficial y mal escrita. La señora “feminista” en su torre de marfil se llena la boca de espuma cuando se entera de que he participado en alguna convocatoria insulsa e indiferente con nuevos escritores que fueron seleccionados para una antología de cuentos neonatos. Sus cuarenta años de escritora le avalan la espuma, hacia los nuevos modos de publicar un cuento personal y de manera independiente. Claro, en sus tiempos todo era diferente, incluso para su cuerpo y gesto desgastado lleno de ojeras infladas. Lo de hoy es llorar frente a la cámara rogando el por qué deben comprar su nueva novela o antología de cuentos en Amazon. Lamento no ser un influencer en Youtube para que alguna editorial pingüinesca me haga firmar mi futura explotación como vendedora de catálogos de Avón. ¿En qué momento se llevó la escritura a mantos terr

Mañana será otra noche

  Tu extraña disposición a quererme de vez en cuando. Tus pinches ganas incoherentes de no pensar más allá del presente nuestro cuando pienso nuestro futuro. La carne se quema, la salsa está lista para servirse desde el molcajete. Tú quieres acuchillarla, yo quiero escribirte un poema mientras le doy un sorbo a mi refresco de mango. Me sirves el taco de bistec de modo indiferente. Tu bigote sudado luce más lacio y brillante de lo normal. Los limones dejan caer cuatro gotas debido a su consistencia de piedras secas en dirección a mi taco humeante. La salsa es de la que no pica, como mis íntimas ganas de llevarte a un pueblo mágico y despojarte de tu delantal gastado. Hoy no soy tu güerita de siempre, hoy tus hijos te ayudan a calentar las tortillas y a cortar los limones secos. Mi insistencia me hace ganarme una cebolla cambray, pero me das la más chiquita, la más cutre. Tu ombligo salido, esta noche de viernes luce más bailarín que de lo de costumbre. Siempre me he preguntado por qué u

Manto rasgado

Flagrante viento acariciado, bajo la espina del árbol muere la constante perversión callada, desplazando al fruto caído.   Es tenue la melodía de aves sincronizando el silencio. La luz se enternece de sombras, sombras que danzan ligeros desvaríos.   La monotonía es distinta junto con la palpitación del olvido. El fuego hierve la sangre enlazada con la áspera piedra cálida.   El lago guarda nuestros apuros de anónimos testigos silenciados. La maleza yace quieta ante el abismo donde el bálsamo cruje de alivio.   La brisa del humo me sabe a partida, la leña cruje rebosante y libertina. Mis pies se hunden en la tierra, llena de abrazadora maleza oscura.   Los insectos no comprenden, solo cantan frente al fuego servido, dado de suspiros airados en llantos. La luna calla frente al manto rasgado.  J. N. R.

La vieja y la oruga

  Érase una vez en un antiguo hospital muy lejano, donde descansaba el cuerpo viejo de la gran Leonora Rosarios; lo de gran, se debía a que en su juventud había sido una luchadora inagotable. Un buen día, Leonora despertó muy temprano, tenía la sensación de que llevaba bastante tiempo dormida. La visión se le aclaraba, permitiéndole observar sus palmas arrugadas de un extraño cansancio que una vida entera podía regalarle a una mujer longeva como ella. La memoria ya no le sería la misma, tenía la impresión de haber echo grandes cosas; pero, no las recordaba del todo. Observó a su alrededor, su cuerpo yacía tendido en una cama llena de colores pasteles. El canto de las aves invadió su ventana dejando al silencio en sosiego. Los rayos del sol apuntaban a una pequeña maseta donde se encontraba un gran rosal que perfumaba toda la habitación. Al percatarse de aquella hermosa flor que danzaba al compás del viento, se dio cuenta de que en sus pequeñas hojas habitaba una oruga de un color lla

Asistencia

  La profesora Rosalba se encontraba tomando lista a sus alumnos en aquella mañana acalorada: «¿Raúl Landeros? Aquí, maestra. ¿Everardo Martínez? Presente. ¿Carla Neruda? Aquí, Miss. ¿Alejandra Orduña? ¿Alejandra Orduña…?» La vista de la maestra se despegó fuera de la lista en dirección hacia sus alumnos. Al levantar la mirada, se encontró encañonada en la sien por un arma corta de 9 mm. —¡Presente, maestra! —respondió Alejandra, pasando asistencia mientras detonaba el arma de fuego. La maestra pudo hacerse algunos cuantos centímetros para atrás por mero reflejo y, voltear su rostro de perfil ligeramente. El disparo ejecutado: se incrustaría en el medio rostro de la maestra Rosalba, mientras chorreaba de una cavidad floreada proveniente de un rostro sin nariz y sin labios. Aquella pequeña niña sacó de su mochila una ouija de madera. La situó de frente a sus compañeros e hizo una pregunta al artefacto: «¿Debo dispararles a mis compañeros?» La respuesta fue un rotundo…, no. La policí

Perversión finita

  La luna se convirtió en un flagelo constante de tu cuerpo enflaquecido y erizado. Repaso aquellos susurros cruzados debajo de nuestra constelación de sábanas interminables. Sobresalían las voluntades por encima de nuestro individualismo preñado de palpitaciones aceleradas. La regadera era nuestro protocolar de suspiros bajo los rayos del agua salpicando a nuestros pómulos rojizos. Las carnes mojadas envueltas en descaradas caricias que aún siento al recordar tu expresión facial envuelta en lujuria. Ahora la tierra te acaricia junto con los gusanos que devoran tu cáscara humana. Reinvierto tristezas de haberme convertido en un obsesionado de tu aliento cálido. Era un adicto a tus mejillas clavadas a las mías mientras el acto de penetración endulzaba a nuestras lenguas bulliciosas. Reparo en mil maneras el discurrir de tu finitud esparcida en un plano terrenal que no me deja tocarte mas. Siento un sismo de perversión sobre mi falo al imaginarte cada noche retorciéndote bajo la luz call

Aniversario líquido

  Nuestro primer aniversario de novios, y no sé cómo, Manuela me ha aguantado todo este tiempo, con todo y bajones y subidones. Hemos estado al borde del colapso de la relación, pero mis torpezas estarían por tener un finiquitado límite. ¿La verdad? No me veía sin ella, mi amada Manuela. Ahí estábamos, primer aniversario, ¿lugar? En la fila para subir a un juego mecánico: la horrible montaña rusa. Mi estomago comenzó a burbujear de manera tenue. Gente, risas, nervios, mi atrevimiento a subirme a esta clase de atracciones, cuando desde niño, tuvieron que bajarme porque mis gritos eran extenuantes y parecían que estaban matando a un niño pequeño en plena subida hacia lo más alto de la montaña rusa. Años más tarde, ahí estaba de nuevo. No debí desayunar ese licuado verde con ingredientes que desconocía, pero que, Manuela sabía que me hacían “bien” , pensaba mientras el rugido de mi panza comenzaba con su gran sacudida telúrica, desde mi duodeno hasta la boca de mi estómago. Nuest

Varados

Yacen los cimientos de tus olas en un descontento goce. Filtrada aguarda la esperanza. Mi realidad realza tu estupidez.   Brota el tedio de mi niñez anhelada. El júbilo de añoranza despierta las lágrimas. Algo se siente persistente. Algo se siente aún más lejano.   Fuimos tan despiadados que los recuerdos ya no tienen forma. Los triángulos ya no parecen triángulos y la luz de sol ya no reconforta.   Varados como barcos yacen nuestros labios. Movedizas como las manos del desierto nuestras miradas callan y ya no gritan.   La piel ya no se siente fresca, tus pechos y mi culo ya no son delirios. La realidad avanza y nos supera. La entropía nos carcome, nos vuelve un desequilibrio, nos vuelve más distantes. ¿En qué momento decidimos regalarnos soledad? ¿En qué momento la aceptamos? Nuestra amada realidad…  J. N. R.

Hay la tierra

¡Hay la tierra, mi tierrita linda! Sobra el pasto sobre las raíces finas. Se rallan las grietas con la luz divina. El agua salpica tus delgadas ruinas.   El atardecer resalta tu resentida risa. Los bordes de gratas semillas brillan. Brilla el campo, brillas tú, brilla la brisa. La tarde con ronroneos se apaga y difumina.   El ocaso de la noche nos contamina de oscuridad santísima como la vida. Las luciérnagas cantan con su luz, luz áspera, luz ruin, luz tiernita.   Tu olor, tu tierra, mi sonrisa. Sobran los arrebatos desbaratados. La tierra cruje junto con la cornisa. La naturaleza vive y nos contamina.   ¡Hay la tierra, mi tierrita linda! J. N. R.

Cada mes

La luz de enero oscurece la tarde de genuino veneno  pulula el destello.  Febrero con su fragancia, atardece y llega marzo. Arrogancia fúnebre de abril, me sostiene mayo y su alomancia. Junio con su capullo, julio con sus guirnaldas. Fúnebre brisa de agosto. Septiembre siempre fiel a su Patria. Octubre tierno y fúnebre; creyente a sus costumbres. Las nubes de noviembre se enaltecen.  Y llega diciembre con su cierre culmen. J. N. R.

Bialaekuenvekuenialadoppo

Mi padre es un puntual coleccionista de antiguos armatostes, me encanta entrar a su habitación cuando él no se encuentra y, contemplar así, la fastuosa cantidad de objetos raros que llega a conseguir en mercados de chácharas. En una de esas riesgosas misiones, al entrar en dicha habitación de reliquias sin avisarle, fue entonces que los pude apreciar: dos tambores africanos muy extraños; de una elegancia primitiva que salpicaban a mis sentidos. Estaban forrados con una extraña piel de animal; de la cual, no tenía noción. Al tocarlos y tratar de darle ritmo a ambos, rugió un trueno desde el cielo gris que se empezaba a formar. No le di importancia, me sentía Tito Puente, con mi arrítmica interpretación sonora en toda la casa. Los días pasaron desde el descubrimiento fugaz de aquellas percusiones que solía tocar cuando mi padre estaba ausente. Sólo vivíamos nosotros dos en casa, mi madre falleció hace seis años y mi hermana se había mudado fuera de la ciudad. Yo cursaría el cuarto seme

Usuarios

Usuario desconocido te ha enviado solicitud…, nick name : Zorra88. —¿Quién podrá ser? —se preguntó el usuario: Cuervo69. —¿Quieres una noche caliente, cuervito? —lo cuestionó Zorra88, queriendo intimar. Cuervo69 aceptó la conversación, cuestionándola: —¿Qué traes puesto, zorrita traviesa? —Sólo tengo una playera blanca, mis pezones negros se transparentan, mi tanga está mojada. Quiero conocerte más… Cuervo69 tomó su pene, comenzaba a tornarse erecto. Lo sacudía al imaginar a aquella zorrita de pezones firmes. Zorra88 comenzaría a frotar sus dedos sobre su vagina tibia. Ambos lograban poner una atmosfera un tanto erótica y traviesa. Zorra88 mandó un mensaje definitivo: —Hay que conocernos en persona, te necesito dentro de mí, necesito esa verga dura dentro, cuervito. Cuervo69 aceparía la cita… Se vieron en la entrada del Hotel Granja norte. Cuervo69 se percató, al acercarse a ella, que la usuaria Zorra88, era su madre. Últimamente, Raúl, alias Cuervo69, se habí

Plegaria

Tendido ante el manto de mi espalda, sobre mis hombros hablará mi Patria. Las costillas crujen como tambores, entre ardores y balas clavadas se van agotando los venerados nombres. Soy fiel testigo de cómo posa el nopal sobre águilas descubiertas y desplumadas. Los rostros se fueron tornando calles, las estatuas yacen desplomadas. Ahora somos amantes de banderas, alzando alto las enredaderas con espinas. Los postes se encojen ante la luz pálida, los gatos maúllan con nuestras caricias tibias. La ley no comprende nuestra revolución, sólo nos persigue por pegar panfletos, por esparcir sueños, ideas, folletos. ¡Qué viva nuestra mutua devoción! Nuestros sexos se humedecen ante la adrenalina vuelta himno, tus pechos sobre los libros; libros comunistas, libros rojos, libros prohibidos, se enaltecen… La ropa sobra ante el idealismo. El materialismo histórico no comprende a nuestros pulsos y caricias metafísicas. ¡Patria, entiende, nadie calla, somos plegaria! J. N. R.

Me hundo

Me hundo como piedra caliza sobre un lago de impulsos lóbregos. Sostengo infinidades de caricias resilientes y extintas que nunca deseé ni perduraron. El dinamismo del aire sobre los pétalos fluye a mi enternecimiento sagaz, rampante, febril. El cielo ya no sintoniza con mis suspiros. Mis pasos ya no dejan la misma huella húmeda frente al charco movedizo. Ya no hay orden en mis días, ya no hay días en mi orden. Todo es un caos sonoro, matizado, disuelto en el afán de volver al espejo donde refleja a mi carisma oxidado. Me vuelvo un humo gris frente al eclipse ególatra. La lumbre se extingue frente a mis sueños oscuros. Pero eso es la vida, un vaivén de claroscuros, tal vez ahora no me doy cuenta; pronto todo pasará y volveré a estar de pie en lo alto de la montaña. Las sombras siguen burlándose de mí. La calma y la lumbre dejarán de consumir mis sonrisas de espanto. El filo del cuchillo me lleva a otro lugar. Es una cabaña. La cabaña fomenta su comprensión al compartirme su brillo noct

Hace hambre

Angustia y horror. Banalidades en tensión, solapas de paja y costumbres enmudecen los pies del campo entre las milpas y los pájaros al aire revoloteando sobre gotas de lágrimas negras la tensión y el dolor.   Saltan a la vista los dolores de pueblos que cosechan sueños ante la rabia de los grandes intereses de creces ante el robo de tierras y peces.   La angustia tiene hambre de justicia en todas sus tonalidades, enmudecen frente a la desolación que muerde, que da frío, que embrutece.   Somos el petate, somos el cacao quieto rompiendo la tierra para que suenen los gritos que no han podido callar frente a sus oídos sordos temblará la tierra.   Frente a sus ojos ciegos nuestras sandalias bailaran… Frente a la cascada vieja nuestro corazón ha de palpitar.   Ya no embrutece su avaricia, ya no resuena el enjambre, ya no tizna su indiferencia, ya sólo se vive de certezas… La tierra es nuestra junto con el hambre.  J. N. R.

Criaturas metálicas

  Dispongo de un desierto lleno de almas pasadas que arrastro en mis pasos con cada latido desesperado. Me detengo en el callejón a un costado del muelle. Ningún testigo me acecha en su posible desdén de juzgarme cargar un arma a la altura de mi rostro colmado de agobio. Las criaturas metálicas retomaron su marcha escandalosa de no rendición con tal de encontrarme. Decido aventarme al mar oscuro de golpe, nunca había nadado en el mar de noche, me siento igual de inseguro que en la superficie. Los entes se detienen al sentir mi hedor donde yacía de pie hace unos momentos en el muelle. Al no verme deciden seguir buscando en otra parte de la playa. Mis lágrimas de horror se mezclan con el oleaje pasmoso del agua salada. Siento cómo algo rosa mis pies, no le tomo importancia y trato de ir hacia la playa a unos cuantos metros. Pero ahí estaban esperándome aquellos seres de mirada fija y de cuerpos metálicos oxidados. Todos tenían hachas y machetes recogidos de algún lote de chatarra abandon

Decadentes

Fuimos dos eternos y fieles decadentes desde el amplio cielo hasta el pasto verde. A regañadientes y solapados creyentes. Maravillosos fueron los años siguientes:   Amor, deseo, floreros rotos de traición. Acuosas fueron nuestras palpitaciones. Fuimos pálidas sombras de desilusión: tan trasparentes, tan disolventes…   Fuimos besos compartidos entre bocas. Fueron tantos los amantes, fueron muchas las veces que anhelamos nuestra presencia dentro de otras miradas frías y viciosas.   Las vistas al techo en la noche quejumbrosa, fueron presa de nuestros nombres vociferados, arpas constantes de suicidio y extrañamiento. Se acabó lo nuestro junto con nuestros tormentos.   Aparecieron las adicciones, mas tus invocaciones, las más deshonestas, las más deshonrosas… ¿Qué serán de las películas y canciones que nuestro tiempo compartió en grandes ensoñaciones?   Ya no hay besos, solo maldiciones, Maldiciones asfixiantes y estrepitosas. Nos volvi

Soy autista

  Soy autista . Vivir con autismo es como jugar un video juego por primera vez y en su modo Experto. Cada día es un bombardeo de estímulos sensoriales. Una extensa sobrecarga de sensaciones en su grado más alto navegando en el cerebro. Habitar la Ciudad de México es sobrellevar las elevadas resonancias sonoras provenientes del exterior: como la música ruidosa, el sonido de camiones, perros en azoteas, ambulancias, patrullas, cláxones, personas gritando, risas escandalosas, chiflidos, sonidos de construcción, etcétera. Ser autista es tener que explicarle qué es el autismo a profesores, policías, familiares, amigos y conocidos. Es también tolerar que las personas te miren o te cataloguen como “raro”, en ocasiones, acudo a la actuación para ser “normal”, aunque sea por mera sobrevivencia e implique un cansancio físico y mental. La sociedad mexicana es de apapachos, apretones de manos, de estar demasiado cerca alado del otro. Es un caos percibir la basura fuera de lugar, percatarse que no

Conejo blanco

  El conejo blanco cerró la bragueta de sus pantalones tras agitar su miembro frente al escusado sucio en aquella cantina de mala muerte. Salió tambaleante por las puertas de madera, se ajustó su gran gabardina de color azul marino, notó que había unas cervezas frías en una mesa abandonada y las empacó en los grandes bolsos internos de su gabardina vieja. Llegó a su departamento como pudo, tras vomitar de manera breve en un par de postes de luz en la calle oscura. Colocó su botín etílico en la mesa rota de su pequeña sala, se despojó de sus ropas para quedar postrado en calzoncillos en su desgarrado sillón negro. Frente a él, se encontraba una televisión un tanto arcaica, tenía que pegarle a su control remoto para que pudiera cambiar a la opción DVD, puso el disco que yacía siempre puesto y que le gustaba mirar mientras tomaba sus últimas cervezas del día. Le gustaba ver conciertos de rock de bandas de los 80´s. Sonreía con aquella risita extraña mientras destapaba las cervezas con s