Falsa educación
¿En qué momento me convertí en un fuego débil y tenue? Las desdichas me consumen con su bien elaborada y ferviente devoción; ellas, pulsan los hilos oxidados de mi paciencia. Mi felicidad se ha vuelto máscara; símbolo de mi armadura ante el sujeto cruel que, me juzga y me mira y me quiere ver caer. Sólo miran la superficie, sólo miran a mi ardiente sonrisa estéril. Los comentarios saltan como piedras en el aire; lanzadas por catapultas hacia mi desprevenida ingenuidad. Son grandes balas con veneno en su interior. ¿Por qué? ¿Por qué alguien ajeno a mi ser se atreve a definirme? Si ni siquiera sé quién soy en la exactitud de mis mejores momentos. Me siento un huracán repetitivo. Ya sólo aprieto las manos de mis enemigos, anhelando que cuando les muestre la espalda, no caiga el gran filo de sus conceptos sobre mi piel tan llena de cicatrices. Las miradas brillan junto con sus colmillos camuflados, bajo sus elegantes ropas yacen escamas verdosas y ensangrentadas, bajo sus propias máscaras