La sangre se haría presente
El terror era real, podía escuchar el sonido de la sangre…, podía sentir las exhalaciones desafinadas de los cuerpos quebrándose en sus últimos soplos. La criatura masticaba desesperadamente. Sus pequeños ojos brillantes, se alcanzaban a distinguir en la indiferente oscuridad; junto con el brillo de sus colmillos y la sangre, que por alguna extraña razón, resonaba en álgidos destellos. Yo intentaba arrastrarme en aquel suelo húmedo y lleno de ratas que relamían los charcos de sangre provenientes de las extremidades arrancadas de mis familiares. Donde antes tenía mis piernas, ahora parecía tener una falda de tendones y huesos triturados. Las lágrimas ya no alcanzaban a compensar el dolor. La criatura se percató del disturbio que causaban mis alaridos ante el acto de alimentarse de manera ininterrumpida. En sus ojos se quitó aquel brillo penetrante. Ahora reinaba en su mirada un instinto de siniestro estático. Dejó de masticar el torso de mi madre para arrojarlo al suelo, salpicando toda